OSEAS: (heb., hoshea’, salvación). Oseas, el único libro del AT procedente del reino del norte, de Israel. Este notable profeta del siglo VIII a. de J.C. vivió durante un período de mucha ansiedad nacional.
Oseas nació durante el reinado de Jeroboam II (c. de
786-746), y ministró como profeta en Israel cuando Uzías (c. 783-743),
Jotam (c. 742-735), Acaz (c.
735-715) y Ezequías (c. 715-686)
reinaban en Judá.
El tiempo de Oseas se distinguió por una gran
prosperidad material. Bajo Jeroboam II el reino del norte experimentó un
desarrollo económico y comercial impresionante, algo nunca visto desde los
primeros días del reino unido.
Aun cuando no hay ninguna referencia a la ocupación
de Beeri, el padre de Oseas, bien pudo haber sido un comerciante de la clase
media, quizá un panadero. Oseas mismo era una persona educada y probablemente provenía
de una de las ciudades de Efraín o Manasés. Era un hombre con una profunda visión
espiritual; dotado de cualidades intelectuales que le permitieron comprender el
significado de esos desafortunados eventos que marcaron su vida doméstica, e
interpretarlos como una oportuna muestra del amor divino hacia la descarriada y
pecadora Israel.
Los ritos cúlticos se celebraban varias veces al año
y se caracterizaban por las borracheras, prostitución ritual, actos de
violencia e indulgencia en formas de adoración paganas en los santuarios. La
diseminada prevalencia de la prostitución cúltica es evidente en el hecho de
que en el tiempo de Jeremías, un siglo más tarde del tiempo de Oseas, la
prostitución floreció en los recintos del templo (2 Reyes 23:7).
La adoración en Israel era todo lo opuesto a lo que
Dios deseaba de su pueblo. El pacto realizado en Sinaí hacía hincapié en la
adoración exclusiva al Señor por una nación santa. Sin embargo, la vida
religiosa del pueblo bajo este pacto había degenerado hasta el punto de haberse
llegado a identificar con la desvergonzada e inmoral adoración de las deidades
cananeas paganas. El énfasis sobre la desenfrenada actividad sexual, juntamente
con la excesiva indulgencia alcohólica, estaba mermando la vitalidad no sólo de
los cananeos sino también de Israel. Todo esto, practicado en el contexto de la
magia y la mitología pagana, estaba muy lejos de la pureza de adoración que se
había contemplado con el pacto en Sinaí.
El elemento catalítico del mensaje profético de
Oseas es su matrimonio con una mujer llamada Gomer. Hay dos puntos de vista en
cuanto a esta relación. El punto de vista proléptico sostiene que Gomer era una
mujer pura cuando se casó con Oseas, pero después le fue infiel. El otro punto
de vista sostiene que Gomer ya era una prostituta cuando el profeta se casó con
ella. De cualquier manera, los efectos trágicos de las dificultades del
matrimonio de Oseas seguramente tendrían un fuerte impacto sobre la comunidad
donde vivía. Los hijos que nacieron de este matrimonio recibieron nombres
simbólicos, los cuales indicaban el descontento divino con Israel. Después de
que Gomer hubiera insistido en buscar a sus amantes, se le debía traer de
regreso y con amor paciente aceptarse nuevamente en el hogar de Oseas,
aguardando con paciencia y dolor el tiempo de una completa restauración. Este
era un cuadro preciso de la pecadora Israel en su relación con Dios, y mostraba
la interminable fidelidad del Todopoderoso.
UN BOSQUEJO DEL CONTENIDO DE OSEAS PUDIERA SER EL SIGUIENTE:
1—3 El infeliz matrimonio de Oseas y sus resultados
4 Los sacerdotes toleran la inmoralidad
5 El pecado de Israel será castigado, a menos que se
arrepientan.
6 El pecado de Israel es completo y su
arrepentimiento sin ganas.
7 Depravación interna y deterioro externo
8 La cercanía del juicio
9 La calamidad inminente
10 La culpabilidad de Israel y su castigo
11 Dios busca a Israel con amor.
12-14 Una exhortación al arrepentimiento, con promesas de
restauración
Fue
escrito en los últimos días del reino del norte antes de la cautividad asiria.
Oseas comparó la infidelidad de su esposa con la infidelidad de Israel a Dios,
su esposo y Señor del pacto. Oseas proclamó el amor y la compasión de Dios por
Israel, su esposa, y su anhelo de que se arrepintiera.
Se supone que
Oseas era del reino de Israel. Vivió y profetizó durante un largo período. El
alcance de sus predicciones parece ser, detectar, reprender y convencer de sus
muchos pecados a la nación judía en general, y a los israelitas en particular,
y especialmente la idolatría; también se comenta el estado corrupto del reino.
Pero los invita a arrepentirse con promesas de misericordia y predicciones del
evangelio en cuanto a la restauración futura de los israelitas y de los judíos,
y su final conversión al cristianismo.
AUTOR Y FECHA
El
autor de este libro es el profeta Oseas, quien se identifica como hijo de Beeri
(1.1).
También
dice que vivió y profetizó durante el gobierno del rey Jeroboam II de Israel y
cuatro consecutivos reyes de Judá: Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías. Esto quiere
decir que su ministerio profético abarcó un período de unos cuarenta años, como
del 755 a.C. al 715 a.C. Su libro lo escribió entre esos años.
En
realidad, muy poco se sabe del profeta mismo aparte de la historia de su
tragedia conyugal, narrada en los capítulos 1–3. Sin embargo, es posible
deducir que era del reino del norte y, por su lenguaje y conocimiento
histórico, que se trataba de una persona culta.
Oseas
fue el primer y único profeta literario oriundo del reino del norte. Ejerció su
ministerio en Israel.
NOMBRE
QUE LE DA A JESÚS: Ose. 13: 9, 14: Rey De La Resurrección.
Por ejemplo, en Oseas vemos la
reincidencia de Israel, su castigo bajo Asiria y su futura limpieza y
restauración. También vemos en este libro una lección para los creyentes de hoy
que desobedecen al Señor y cometen «adulterio espiritual» al seguir al mundo.
He aquí una cronología sencilla de
los profetas menores (y de algunos profetas mayores) para ayudarle a tenerlos
en sus lugares históricos apropiados.
REINO DEL
NORTE
Jonás, 780–750
Isaías, 750–680
Miqueas, 740–690
La toma
de Asiria, 721
REINO DEL SUR
Joel, 835–795
Amós, 765–750
Oseas, 755–715
Nahúm, 630–610
Sofonías, 625–610
Jeremías, 626–586
Habacuc, 625–586
Abdías, 586
LA TOMA DE BABILONIA, 586
Daniel, 606–534
Ezequiel, 593–571
Regreso
del exilio, 536
Hageo, 520–516
Zacarías, 520–500
Malaquías, 450–400
(NOTA: Los
historiadores no siempre concuerdan en la exactitud de las fechas. Esta tabla
tiene el propósito de mostrar la relación aproximada de los profetas entre sí.)
El nombre Oseas significa «salvación». Predicó en el reino del norte (Israel,
también llamado «Efraín») durante un período de declinación nacional. Cuando
Oseas empezó su ministerio, Jeroboam II era el rey y fue un tiempo de gran
prosperidad. Pero la nación se podría internamente y se involucraba en alianzas
extrañas en lugar de confiar en que Dios los guiaría y protegería. Oseas vivió para
ver cómo los asirios llevaban cautivo a Israel en el 721 a.C. Léase en 2 Reyes
15–17 una parte del trasfondo histórico.
El mensaje de Oseas es para la
nación de Israel, mostrando sus pecados y advirtiéndoles del juicio que se
avecinaba. Como veremos, hay también un mensaje de esperanza para el futuro.
Pero lo singular en cuanto a su mensaje es que tuvo que vivirlo antes de
predicarlo a su pueblo. El profeta tuvo que experimentar profunda agonía en su
matrimonio debido a los pecados de su esposa, pero todo eso fue una lección
objetiva divinamente enviada tanto para él como para su pueblo.
1-3
I. SE DESCRIBE LA INFIDELIDAD DE ISRAEL (1–3)
Oseas quería casarse con una mujer
llamada Gomer y Dios se lo permitió, pero le advirtió que ella le rompería el
corazón. La advertencia de Dios se hizo realidad: Gomer le dio a Oseas tres
hijos, luego lo dejó para irse con otros hombres. Imagínese cómo se destrozó el
corazón de Oseas por el pecado de ella. Entonces Dios le ordenó al profeta que
fuera a buscar a su esposa descarriada y la encontró: ¡estaba en venta en el
mercado de esclavos! (3.1–2). Tuvo que comprarla, traerla a su casa y
asegurarle su perdón y amor. Tenemos toda razón para creer que Gomer se
arrepintió de sus pecados y llegó a ser una esposa fiel.
Todo esto es un cuadro de la
infidelidad de Israel para con Dios. La nación estaba casada con Él (Éx 34.14–16;
Dt 32.16; Is 62.5; Jer 3.14) y debía haberle permanecido fiel. Pero Israel
cometió «adulterio espiritual» al olvidarse del verdadero Dios y adorar a los
ídolos de sus enemigos. Ellos le prometieron muchos placeres, pero la nación
descubrió que había idéntico dolor y sufrimiento. Como Gomer, Israel iría a la
esclavitud (cautiverio) por sus pecados. Pero ese no es el fin de la historia.
Así como Oseas buscó a su esposa y la compró de nuevo, el Señor buscaría a su
pueblo, los libertaría y los restauraría a su amor y bendición.
Se puede trazar la historia de
Israel en los nombres de los tres hijos:
(1) Jezreel (1.4) que significa «esparcido», refiriéndose al tiempo que Dios
esparciría a Israel entre las naciones;
(2) Lo-ruhama (1.6) significa «no compadecida», dando a entender que Dios retiraría
su misericordia de la nación y le permitiría sufrir por sus pecados;
(3) Lo-ammi (1.9) significa «no pueblo
mío», indicando este tiempo presente en el programa de Dios cuando Israel está
fuera de la comunión con Él y su pueblo no es su pueblo como una vez lo fue.
(En 2.1 vemos que habrá un tiempo
cuando Dios llamará a Israel «Pueblo mío» y «Compadecida», cuando Cristo vuelva
y restaure la nación y establezca su reino justo.) En 3.3–5 tenemos un resumen
de la condición espiritual de Israel.
No podemos dejar estos capítulos
sin destacar que el adulterio espiritual puede ser también un pecado de los
cristianos del NT así como lo fue de los judíos del AT (1 Jn 2.15–17; Ap 2.1–7;
Stg 4.1–10). Los cristianos que aman al mundo y viven para el pecado son falsos
a su Salvador y le destrozan el corazón. Pablo advirtió a los corintios en
contra de esto (2 Co 11.1–3).
4-7
II. SE PROCLAMAN LOS PECADOS DE ISRAEL (4–7)
Sin duda, todos los vecinos
hablaban de los pecados de Gomer y la señalaban con dedo acusador.
Pero ahora Oseas los señala a
ellos con su dedo y revela sus pecados. Su mensaje parece ser como el periódico
actual; léase especialmente 4.1–2. Jurar, mentir, embriaguez, homicidio,
traición, adulterio, idolatría; estos pecados y muchos más campeaban en la
nación. Y para empeorar las cosas, la nación trataba de cubrir sus pecados con
un «avivamiento religioso» superficial (6.1–6). Oseas es un predicador maestro;
analice cómo pinta la condición espiritual del pueblo:
(1) nube de la mañana (6.4), aquí un minuto, desaparecida al siguiente;
(2) torta a medio cocer (7.8), porque su
religión no penetraba profundo en sus vidas, sino que era algo superficial;
(3) canas (7.9), perdiendo su fuerza, pero
ignorantes del cambio;
(4) paloma incauta (7.11), inestable, revoloteando de un aliado
político a otro;
(5) arco engañoso (7.16), en el cual no se puede depender.
8-10
III. SE PRONUNCIA EL JUICIO SOBRE ISRAEL (8–10)
El descarriado siempre es
castigado (Pr 14.14), y esto era Israel: un descarriado (4.16; Véanse también
Jer 3.6, 11). Los cristianos que rompen sus votos hechos al Señor no pierden su
salvación, por supuesto, pero pierden su gozo, poder y utilidad; y deben sufrir
la disciplina de Dios. Oseas podía ver a Asiria viniendo a castigar a la nación
y llevarla al cautiverio. Describe el juicio viniendo como un águila veloz
(8.1), la ira del torbellino (8.7) y la ferocidad del fuego (8.14). La nación
va a ser esparcida (8.8; 9.17) y cosecharán más de lo que han sembrado
(10.12–15). Los pecadores siegan lo que siembran, por supuesto (Gl 6.7–8); pero
también siegan más, porque aquellas pocas semillas plantadas se multiplican en
una cosecha grande. ¡Qué terrible es segar la cosecha del pecado! David sembró
una semilla de lujuria y vea qué cosecha de lágrimas segó. ¿Por qué permitió
Dios que la perversa Asiria juzgara a Israel? Debido a que amaba a su pueblo.
El amor siempre disciplina para hacer mejor al hijo (Heb 12.1–13; Pr 3.11–12).
La mano que castiga es una mano de amor; es el Padre corrigiendo al hijo; no el
juez castigando al criminal. Cuán agradecidos debemos estar por el castigo de
amor de Dios; Salmo 119.71.
11-14
IV. SE PROMETE LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL (11–14)
Oseas no termina con una nota
tétrica. Ve la gloria futura de la nación. Así como rescató a su esposa de la
esclavitud y la restauró a su hogar y a su corazón, la nación un día se
restaurará a su tierra y a su Señor. Estos capítulos finales magnifican el amor
fiel de Dios en contraste con la infidelidad de su pueblo.
Dios amó a Israel (11.1) cuando la
nación estaba cautiva y sin belleza ni gloria. Su gracia fue quien la redimió
de la esclavitud, la guió y proveyó para todas sus necesidades. Pero desde el mismo
principio de este «matrimonio» entre Jehová e Israel, el pueblo estuvo
«adherido a la rebelión» (11.7).
Dios los atrajo con cuerdas de
amor (11.4), pero ellos trataron de romper esas cuerdas y seguir su propio
camino. El pecado no sólo es quebrantar la ley de Dios; es destrozar el corazón
de Dios. Léase 11.8–11 para ver el anhelante corazón de Dios al tratar de traer
a su pueblo infiel de regreso al lugar de bendición. En el capítulo 12 vemos a
la nación «hablando en grande» y jactándose de sus riquezas y logros; sin
embargo Dios dice: «Se están alimentado de viento; todo no es sino aire
caliente». El rebelde puede disfrutar de riqueza material y placeres físicos,
pero esto jamás satisfará ni glorificará al Señor; y al final el rebelde
empobrecerá, quedará arruinado, ciego y desnudo.
El capítulo 14 es el llamado
amoroso de Dios a su «esposa» a volver a su corazón y bendición. Le pide
sacrificios de labios, palabras de confesión y no sacrificios de animales. Le
promete sanar su rebelión (14.4) y restaurarla a su favor. Describe a la nación
como una viña o árbol fructífero (vv. 4–7) una vez que se haya vuelto de sus
ídolos y regresado al Señor. Por supuesto, esto ocurrirá cuando Jesucristo
venga a la tierra para establecer su Reino y cumplir las promesas hechas a los
padres.
Pero, por favor, no se pierda el
mensaje personal aquí: los rebeldes pueden volver al Señor, experimentar su
perdón (1 Jn 1.9) y ser restaurados al lugar de bendición y utilidad. Los
versículos finales presentan dos caminos: el del Señor, que es el recto, y el
de los transgresores, que es el torcido.
Aprópiese del versículo 4 y
experimente la sanidad de los pecados perdonados.