1ª Y 2ª DE TIMOTEO

(gr., Timotheos, temeroso de Dios)
Es una carta personal a Timoteo sobre la administración de la iglesia de Éfeso. Pablo la escribió entre su primer y segundo encarcelamiento. Incluye una descripción de los requisitos para los ancianos, instrucciones sobre cómo dirigir el culto y advertencias sobre falsos maestros.
El objetivo de esta epístola parece ser que, como Timoteo se quedó en Éfeso, San Pablo le escribió para darle instrucciones acerca de la elección de oficiales apropiados para la iglesia, y para el ejercicio del ministerio habitual. Además, para advertirle contra la influencia de los falsos maestros que corrompen la pureza y la sencillez del evangelio con distinciones sutiles y disputas interminables. Él le exhorta a tener un cuidado constante con la mayor diligencia, fidelidad y celo.
Estos temas ocupan los cuatro primeros capítulos; el quinto instruye sobre grupos en particular; en la última parte, condena las polémicas y los debates, culpa al amor al dinero y exhorta al rico a las buenas obras.
BOSQUEJO SUGERIDO DE 1 TIMOTEO
I. La iglesia y su mensaje (1)
A. Enseñar doctrina sana (1.1–11)
B. Predicar un evangelio glorioso (1.12–17)
C. Defender la fe (1.18–20)
II. La iglesia y sus miembros (2–3)
A. Hombres que oran (2.1–8)
1. Por los gobernantes (2.1–3)
2. Por los pecadores (2.4–8)
B. Mujeres modestas (2.9–15)
1. En el vestido (2.9, 10)
2. En la conducta (2.11–15)
C. Dirigentes consagrados (3.1–13)
1. Pastores (3.1–7)
2. Diáconos (3.8–13)
D. Creyentes de buen comportamiento (3.14–16)
III. La iglesia y su ministro (4)
A. Un buen ministro (4.1–6)
B. Un ministro piadoso (4.7–12)
C. Un ministro que crece (4.13–16)
IV. La iglesia y su ministerio (5–6)
A. A los santos ancianos (5.1, 2)
B. A las viudas (5.3–16)
C. A los líderes de la iglesia (5.17–25)
D. A los siervos (esclavos) (6.1, 2)
E. A los que crean problemas (6.3–5)
F. A los ricos (6.6–19)
G. A los «educados» (6.20, 21)
NOTAS PRELIMINARES A 1 TIMOTEO
I. TRASFONDO
El libro de Hechos finaliza con la prisión de Pablo en Roma (Hch 28.30, 31). En tanto que el NT no nos da ninguna idea clara de los últimos años de Pablo, la mayoría de los estudiosos concuerda con la siguiente cronología: Pablo fue puesto en libertad por César y obligado a salir de Roma después de haber estado preso como por dos años. Esto sería alrededor de la primavera del año 62 d.C. Con Lucas y Timoteo visitó Éfeso, donde descubrió que su profecía respecto a los «lobos» (Hch 20.29, 30) se había cumplido, porque a la iglesia de Éfeso la invadieron falsos maestros. Sus advertencias en 1 Timoteo sugieren que esta falsa enseñanza era similar al gnosticismo que había atacado a la iglesia de Colosas. Pablo ministró allí por poco tiempo, luego se fue a Filipos. Dejó a Timoteo como su ayudante especial para que supervisara a la iglesia de Éfeso y se deshiciera de los maestros falsos. Su partida fue triste, de acuerdo a 2 Timoteo 1.4.
II. LA CARTA
Es muy probable que Pablo estaba en Colosas disfrutando de la prometida visita a Filemón, cuando escribió esta primera carta al joven Timoteo (Flm 22). Pablo planeaba regresar pronto a Éfeso (1 Ti 3.14), pero los asuntos en la iglesia efesia eran tan urgentes que no se atrevió a dilatar su consejo a su ayudante. Esta carta está llena de estímulo para un obrero cristiano joven que enfrentaba muchos problema difíciles en una «iglesia de ciudad grande». Podemos resumir estos problemas como sigue:
(1) Timoteo era un joven que procuraba pastorear personas mayores (4.12; 5.1, 2), y esto no es fácil hacer.
(2) Timoteo echaba mucho de menos a Pablo y quería tirar la toalla (1.3; 2 Ti 1.4).
(3) Timoteo era proclive a descuidar sus deberes pastorales y su vida devocional como líder cristiano (4.11–16)
(4) Timoteo había tomado algunas decisiones precipitadas, especialmente respecto a los dirigentes de la iglesia, y eso le había causado algunas dificultades (5.17–22).
(5) Timoteo tenía una tendencia hacia el ascetismo y la disciplina corporal que realmente le estaba haciendo daño físicamente (4.7, 8; 5.23).
(6) Timoteo había admitido ante Pablo que las «tentaciones juveniles» le acosaban como plaga (2 Ti 2.22), lo cual no es sorpresa en la impía Éfeso.
(7) Había falsos maestros que necesitaban silenciarse (1.3).
(8) Timoteo precisaba consejo respecto a cómo manejar los asuntos de la iglesia, especialmente referente a los dirigentes y a las viudas (3.1; 5.3).
Una de las palabras clave en 1 Timoteo es «te encargo», algunas veces traducida como «te mando» u «ordeno» (1.3, 5, 18; 4.11; 5.7; 6.13, 17). Era un término militar, refiriéndose a una orden que debía trasmitirse de rango en rango. Dios le había confiado el evangelio a Pablo (1.11), quien lo había trasmitido a Timoteo (1.18, 19; 6.20). Timoteo estaba «encargado» de guardar este tesoro (2 Ti 1.13, 14) y pasarlo a creyentes fieles que a su vez lo confiarían a otros (2 Ti 2.2). El lenguaje militar se entrelaza a través de ambas epístolas a Timoteo: 1.18; 5.14 (donde «ocasión» significa «una base de operaciones»); 2 Timoteo 2.3; 3.6.
El tema básico de 1 Timoteo se resume en 3.15: que la gente (no «tú») sepa la manera de conducirse como miembros de la iglesia local. Es un libro de «saber cómo» para el joven pastor y para el miembro de la iglesia. La iglesia local es la «columna y baluarte [cimiento] de la verdad», sin embargo la gente la descuida y abusa de ella al desobedecer la Palabra de Dios. Oremos mientras estudiamos 1 Timoteo para que seamos mejores cristianos y por consiguiente mejores miembros de la iglesia.
AUTOR Y FECHA
La expresión “cartas pastorales”, aplicada a 1ª y 2ª Timoteo y a Tito, data de principios del siglo XVIII. No es exacta. Aun cuando estas cartas proveen valiosas instrucciones para los pastores, sus destinatarios no eran pastores en el sentido actual del término. Más bien, eran enviados especiales de Pablo, designados para realizar misiones específicas y a quienes se les confiaban determinadas tareas, según la necesidad del momento.
La autoría de Pablo ha sido puesta en tela de juicio, considerando aspectos cronológicos, teológicos, de estilo, de organización eclesiástica y de vocabulario. Sin embargo, las diferencias entre las pastorales y las demás epístolas de Pablo puede explicarse debido al cambio de destino, propósito, tema y época: estas cartas fueron escritas a colaboradores especiales de Pablo que tenían problemas especiales, luego de los viajes misioneros del Apóstol registrados en el libro de los Hechos de los Apóstoles.
Después de ser liberado de su primer encarcelamiento por parte de Roma y quizá mientras estaba en camino a Asia Menor, Pablo dejó a Tito en la isla de Creta para que completara la organización de su(s) iglesia(s) (Tito 1:5). En Éfeso, a Pablo se le unió Timoteo (de regreso de Filipos, Filipenses 2:19-23). Al partir hacia Macedonia, Pablo indicó a Timoteo que permaneciera en Éfeso, que necesitaba urgentemente de su ministerio (1 Timoteo 1:3, 4).
Desde Macedonia Pablo escribió una carta a Timoteo, que estaba en Éfeso (1 Timoteo), y una a Tito, que estaba en Creta (Tito).
El emperador Nerón, a quien se culpa del incendio de Roma ocurrido en julio del año 64 d. de J.C., a su vez culpó por este episodio a los creyentes, quienes sufrieron una feroz persecución. Pablo fue enviado a prisión (por segunda vez estuvo en una cárcel romana). Enfrentó la muerte (2 Timoteo 1:16, 17; 2:9).
Sólo Lucas estaba con él. Los otros lo habían dejado, ya sea porque estaban cumpliendo misiones legítimas (Tito, Crescente) o porque se habían enamorado del mundo de su momento (Lucas 4:6-11). Mientras tanto en Éfeso, donde estaba Timoteo, continuaban los errores que destruían el alma (1:8; 2:3, 12, 14-18, 23; 3:8-13).
NOMBRE QUE LE DA A JESÚS: 1ª Tim: 1: 15; 2: 15; 3: 16; Mediador Y Salvador De Pecadores.  

1

Timoteo quería renunciar y la primera preocupación de Pablo era animarle a que se quedara y acabara la tarea. Casi todos los obreros cristianos han querido tirar la toalla en alguna ocasión u otra, pero, como solía decir el Dr. V. Raymond Edman, antiguo presidente de la Universidad de Wheaton: «¡Siempre es demasiado pronto para darse por vencido!» En este capítulo Pablo anima al joven Timoteo al recordarle de su posición ante Dios y de que Él le llevará a la victoria.

I. DIOS TE HA CONFIADO UN MINISTERIO (1.1–11)

Timoteo no estaba en Éfeso porque Pablo lo pusiera allí. Fue Dios quien le confió un ministerio en esa importante ciudad. Así como Dios había encargado un ministerio en manos de Pablo (1.11), le había dado a Timoteo una mayordomía especial y esperaba que fuera fiel. «Edificación de Dios» en el versículo 4 debería leerse «una mayordomía de Dios». Los falsos maestros en Éfeso ministraban su programa, no una mayordomía que le diera Dios. La primera responsabilidad de un administrador es ser fiel a su maestro (1 Co 4.1–7).
Había falsos maestros en Éfeso que trataban de hacerse nombre para sí mismos como maestros de la Ley, pero que no sabían de qué hablaban. Se alejaron de la verdad de la Palabra y daban oído a fábulas (v. 4) e interminables genealogías, provocando más preguntas de las que podían contestar. ¡Qué cuadro de algunos maestros de hoy! Sus «ministerios» no edifican a los cristianos ni a la iglesia local, sino que en lugar de eso promueven argumentaciones y divisiones. En el versículo 5 Pablo contrasta a los falsos maestros y sus ministerios con el verdadero mayordomo de la gracia de Dios. El objeto del mayordomo de Dios es ver que las personas se amen unas a otras con un amor que viene de un corazón puro, una buena conciencia y una fe sincera. ¡Pero estos falsos maestros promovían divisiones interminables y charla vacía!
Pablo le explica a Timoteo la significación de la Ley. «Dios no nos dio la Ley para salvar a las personas», destaca Pablo, «sino para mostrarles cuánto necesitan ser salvos». Debe haber un legítimo uso de la Ley (Véanse Ro 7.16). En los versículos 9–10 Pablo menciona una lista de pecadores que están convictos y condenados por la Ley y si comparamos esta lista con Éxodo 20, veremos que se incluyen prácticamente los Diez Mandamientos.
Dios les encomendó a Pablo y Timoteo un evangelio glorioso, no un sistema de leyes (2 Co 3–4).
«Sana doctrina» (v. 10) literalmente significa «enseñanza saludable», esto es, enseñanza que promueve la salud espiritual. Nuestra palabra «higiene» proviene de esta palabra griega. Nótese 2 Timoteo 1.13 y 4.3; tanto como Tito 1.9, 13 y 2.1, 2, 8. En 2 Timoteo 2.17 Pablo advierte que las falsas enseñanzas comerán «como gangrena». (¡El Dr. Lucas debe haber apreciado las muchas referencias de Pablo a la ciencia médica!)

II. DIOS TE CAPACITARÁ PARA QUE HAGAS TU TRABAJO (1.12–17)

Pablo se pone como ejemplo de alguien que Dios ha capacitado, por gracia, para servir eficazmente.
La palabra «ministerio» en el v. 12 es diaconía en griego, de la cual procede nuestra palabra castellana «diácono» y significa «un siervo».
Timoteo estaba preocupado porque pensaba que era demasiado joven y le faltaban las cualidades necesarias para el ministerio. «¡Mírame!», dice el apóstol. «Fui blasfemo y asesino antes de que Dios me salvara. Si la gracia de Dios puede hacer de un asesino un misionero, también puede hacer que tengas éxito». Pablo siempre tenía cuidado de dar a Dios la gloria por su vida y ministerio (1 Co 15.10).
Cualquiera que sirve al Señor (y todos los creyentes deben ser siervos) necesita depender de la gracia de Dios. Somos salvos por gracia (Ef 2.8, 9), pero también servimos mediante la gracia (Ro 12.3–6).
En el versículo 14 Pablo menciona tres fuerzas motivadoras en la vida: la gracia, la fe y el amor. Su amor por Cristo y por los pecadores perdidos le impulsaba a trabajar (2 Co 5.14); su fe en Cristo le daba poder (Ef 1.19); y la gracia de Dios obraba en su vida, capacitándole para servir a Dios (Heb 12.28).
Pablo consideraba su salvación un modelo (ejemplo) de lo que Dios haría por los pecadores perdidos, especialmente por su amada Israel. Los incrédulos de hoy no son salvos de la manera en que Pablo lo fue, o sea, al ver una luz y oír una voz; sino que son salvos por gracia, por medio de la fe, a pesar de sus pecados. El pueblo de Israel se salvará un día en el futuro así como Pablo se salvó en el camino a Damasco: verán a Cristo, se arrepentirán, creerán y serán cambiados.
En el versículo 15 tenemos el primero de las varias expresiones de «palabra fiel» que Pablo señala (véanse 3.1; 4.9; 2 Ti 2.11; Tit 3.8). Se piensa que estos son dichos de profetas del NT en la iglesia primitiva que resumían enseñanzas importantes. Los primeros cristianos no tenían Biblia escrita a la cual referirse; citaban estas «expresiones» como afirmaciones autorizadas de la fe.

III. DIOS TE HA EQUIPADO PARA LA BATALLA (1.18–20)

La vida cristiana no es un patio de juegos; es un campo de batalla. Dios reclutó a Timoteo como soldado cristiano (2 Ti 2.3, 4). Pablo le recuerda al joven pastor de su ordenación años atrás. Es evidente que algunos de los profetas de la iglesia local habían recibido la instrucción del Espíritu Santo para apartar a Timoteo y ordenarle para el servicio especial (véanse Hch 13.1–3; 1 Ti 4.14; 2 Ti 1.6).
«¡Dios no te llama sin primero equiparte!», le estimula Pablo. «El hecho de que su Espíritu te selló es prueba de que Dios te ayudará a salir adelante en las batallas que se avecinan». Véanse Filipenses 1.6.
Timoteo debía usar la Palabra de Dios como una afilada espada de dos filos para vencer a Satanás (Ef 6.17; Heb 4.12).
No es suficiente, sin embargo, tener la doctrina correcta; el soldado cristiano también debe tener la vida correcta («fe y buena conciencia», v. 19). Pablo menciona la conciencia varias veces en sus cartas pastorales a Timoteo y a Tito (véanse 1 Ti 1.5, 19; 3.9; 4.2; 2 Ti 1.3; Tit 1.15). La palabra «conciencia» es de origen latino y significa «conocer con». La conciencia es el juez interno que da testimonio de nuestras acciones (Véanse Ro 2.15). Es posible que el creyente mantenga una doctrina ortodoxa mientras que vive en pecado oculto; y este es el camino para el naufragio espiritual. «Desechar» la conciencia es abrir la puerta al pecado y a Satanás. Una «conciencia pura» se convierte en una «conciencia contaminada» y a fin de cuentas llega a ser una «conciencia encallecida» sin nada de sensibilidad espiritual.
Pablo menciona a dos hombres de Éfeso que tal vez le causaban problemas a Timoteo: Himeneo (2 Ti 2.17) y Alejandro (2 Ti 4.14). Estos dos hombres pertenecieron a la iglesia efesia y Pablo les disciplinó debido a su blasfemia, probablemente su enseñanza de falsa doctrina. La palabra «aprendan» en el versículo 20 significa «aprendan mediante la disciplina», sugiriendo que Satanás lidiará con ellos mediante circunstancias adversas. No era fácil para el joven Timoteo enfrentar a estos hombres con la verdad de Dios, pero tenía que hacerlo para preservar la pureza y el poder de la iglesia. Habría menos doctrinas falsas si los cristianos hubieran resistido a los falsos maestros de ayer.

2

En los capítulos 2–3 Pablo se refiere al ministerio público de la iglesia y los papeles que los diferentes miembros deben desempeñar. El capítulo 1 analiza el ministerio de la Palabra y su énfasis está en la oración. Los dos principales ministerios del pastor son la Palabra de Dios y la oración (Hch 6.4). Es triste ver a las iglesias privándoles a sus pastores de estos importantes ministerios al mantenerlos «ocupados» promoviendo un programa, complaciendo a la gente y practicando la política eclesiástica.
Si las iglesias simplificaran su organización y purificaran sus motivos, los pastores podrían realizar la obra espiritual para la gloria de Dios.
Es importante que la iglesia tenga un ministerio equilibrado de la Palabra de Dios y la oración. La Palabra instruye a la iglesia; la oración la inspira a obedecer la Palabra. La iglesia que tiene abundancia de enseñanza bíblica, pero poca oración, tendrá «mucha luz pero poco calor». ¡Será ortodoxa, pero congelada! El otro extremo es la que tiene mucha oración y entusiasmo religioso, pero muy poca enseñanza de la Palabra; esto puede producir un grupo de personas con mucho celo, pero sin conocimiento.

I. EL LUGAR DE LA ORACIÓN EN LA IGLESIA LOCAL (2.1–8)

A. SU IMPORTANCIA.
Pablo menciona «antes que todo» a la oración. La iglesia local no ora debido a que se espera que lo haga; ora debido a que la oración es vital para la vida de la iglesia local. El Espíritu Santo obra en la iglesia mediante la oración y la Palabra de Dios (1 Ts 2.13; Ef 3.20, 21). La iglesia que ora tendrá poder y hará un impacto duradero por Cristo. Nótese cómo los creyentes en Hechos se dedicaron a la oración y vencieron a sus enemigos. Pablo nos exhorta a orar, ¡es importante!
B. SU NATURALEZA.
Las oraciones de la iglesia deben incluir:
(1) rogativas, que significa decirle a Dios nuestras necesidades;
(2) acciones de adoración y alabanza;
(3) intercesión, que involucra peticiones a favor de otros; y:
(4) acciones de gracias, o gratitud por lo que Dios ha hecho.
Véanse Filipenses 4.6 y Daniel 6.10, 11. Debemos orar por la familia de la iglesia, por supuesto, pero no debemos detenernos allí. «Todos los hombres» (v. 1) necesitan nuestras oraciones.
C. SUS METAS.
El versículo 2 sugiere que la oración ayuda a mantener la paz en nuestra sociedad. En la medida en que los cristianos oran por los líderes gubernamentales, Dios rige y protege a su iglesia de los hombres impíos. El versículo 3 indica que, sobre toda otra cosa, la oración agrada a Dios y glorifica a Cristo. Si oramos sólo para satisfacer nuestras necesidades, tenemos un punto de vista muy bajo de la oración.
Por supuesto, debemos orar por la salvación de los perdidos (vv. 4–7). Cristo murió por todos los hombres y Dios quiere que todos sean salvos (Véanse 2 P 3.9); por consiguiente, el Espíritu dirige al creyente a orar por los perdidos.
D. SUS CONDICIONES.
El versículo 8 asienta las condiciones para la oración pública en la iglesia local:
(1) «sin ira», amándose el uno al otro;
(2) «manos santas», o sea, vidas limpias, obedientes; y:
(3) fe. Véanse Marcos 11.20–26.
Los hombres deben asumir el liderazgo en el ministerio de la oración de la iglesia.

II. EL LUGAR DE LA MUJER EN LA IGLESIA LOCAL (2.9–15)

El cristianismo, como ninguna otra fe religiosa, elevó la posición de la mujer y el niño. En lugar de criticar a Pablo por estas instrucciones, las mujeres deben agradecer a Dios por la bendición que la fe cristiana ha sido para ellas en todo el mundo. Pablo recalca de nuevo el principio de la cabeza (véanse Ef 5.22; 1 Co 11.1–16). La iglesia local que se niega a reconocer este principio puede crear confusión.
Hay un principio triple en cuanto a la cabeza de la asamblea local:
(1) Cristo es la Cabeza del cuerpo, Colosenses 1.18;
(2) el pastor es la cabeza del rebaño, Hechos 20.28; y:
(3) el esposo es cabeza de la esposa, 1 Corintios 11.1–16; 1 Timoteo 2.12.
Pablo nos da las características de la mujer cristiana ideal en la iglesia.
A. MODESTIA (V. 9).
¡Pablo no dice que la mujer cristiana deba vestir ropas viejas o fuera de moda! Más bien recalca que el ser interior es más importante que la apariencia externa (1 P 3.1–6). Los vestidos modestos glorifican a Cristo; las modas exageradas sólo hacen hincapié en la persona y hacen que el cristiano parezca mundano. Es posible que el cristiano sea moderno y sin embargo modesto.
B. PUREZA.
«Profesan piedad». La piedad es una de las palabras favoritas de Pablo; véanse 2.2, 10; 3.16; 4.7, 8; 6.3, 5, 6, 11; 2 Timoteo 3.5; Tito 1.1. Por supuesto, la piedad es simplemente una expresión abreviada de la «semejanza a Dios».
C. LABORIOSIDAD.
Practica buenas obras (v. 10). Más tarde en esta carta (5.11–14) Pablo advierte respecto a la mujer ociosa que deambula de casa en casa y da la oportunidad a Satanás a llevarla al pecado. La mejor manera de predicar una mujer cristiana es con su vida.
D. HUMILDAD.
En 1 Corintios 14.34–40 Pablo amplía este mandamiento. Así como Satanás logró meterse en Edén por medio de Eva, puede meterse en la iglesia local mediante alguna mujer sincera pero equivocada.
(Los hombres equivocados también pueden ser un problema; Véanse 1 Ti 1.20.) Se instruye a la mujer que ejerza sumisión cuando la iglesia local se reúne en asamblea. Si surgen preguntas, antes que interrumpir la reunión, deben preguntarles a sus maridos en casa. Esta regla no impide a la mujer a enseñar ni guiar algún ministerio que le asigne la iglesia local.
Pablo apoya esta regla con un fundamento doctrinal sólido: Adán fue creado primero y tenía primacía en Eva. (Véanse 1 Co 11.8, 9.) El principio de una cabeza está escrito en el mismo curso de la naturaleza; cuando violamos este principio, estimulamos a la confusión. La iglesia corintia estaba confusa y era parcialmente carnal porque las mujeres estaban tomando el mando sobre los varones y ni hombres ni mujeres se sometían a la Palabra de Dios.
Pablo da una segunda razón para este principio: Satanás halla más fácil seducir a la mujer que a los hombres (v. 14; y Véanse 2 Co 11.3). Satanás engañó a Eva y pecó. Si Adán hubiera estado a su lado para protegerla, tal vez ella no hubiera cedido a las mentiras de Satanás. Adán pecó con sus ojos bien abiertos, escogiendo más bien estar con su esposa (ahora una pecadora) que caminar con Dios.
«Engendrando hijos» en el versículo 15 tal vez se refiere a la maldición de Génesis 3.16; en otras palabras, las mujeres piadosas se librarán en el peligro del alumbramiento. Algunos opinan que se refiere al nacimiento de Cristo, puesto que el vocablo griego original significa «a través de engendrar hijo», o sea, un hijo muy especial. Pero quizás la primera opinión es la mejor; Véanse también 5.14. Las madres en espera, que andan en la voluntad de Dios, pueden reclamar esta promesa.

3

A pesar de que la iglesia es un organismo, un cuerpo vivo y creciendo, unido en Cristo, también es una organización. Es más, todo organismo tiene que organizarse o muere. El cuerpo humano es un organismo vivo, pero también es una máquina altamente organizada. Si la iglesia local ha de realizar eficazmente sus tareas, debe tener liderazgo y esto implica organización.

I. EL PASTOR DEL NUEVO TESTAMENTO (3.1–7)

Los términos «pastor», «anciano» y «obispo», se refieren al mismo oficio. Véanse Hechos 20.17, 28 y Tito 1.5, 7. Anciano es la traducción del vocablo griego prebústeros (que se traduce «presbiterio» en 4.14). La palabra simplemente significa una persona mayor, más madura. Los ancianos judíos (Lc 22.66) eran los adultos dirigentes, reconocidos por su madurez. En la iglesia primitiva se escogía a los pastores de entre los hombres más maduros de la congregación. El término obispo procede del griego epískopos y significa «supervisor». La iglesia episcopal obtuvo su nombre de esta palabra.
El pastor local, entonces, es un anciano en término de madurez espiritual y un supervisor en términos de ministerio. Filipenses 1.1 da la constitución de la iglesia del NT: santos, obispos, diáconos. Era usual que las iglesias tuvieran más de un anciano o pastor.
A. REQUISITOS COMO PERSONA (VV. 2–3).
«Irreprensible» no significa exento de pecado; más bien quiere decir «sin reproche». Literalmente la palabra significa «que no se le puede achacar nada»; esto es, que no hay nada en su vida que el enemigo puede usar para estorbar la obra ni arruinar el testimonio. Puesto que el libertinaje moral era un serio problema en esos días, se exigía que el pastor tuviera solamente una esposa; o sea, que no hubiera cuestionamiento respecto a sus normas en el matrimonio.
Ha habido un debate prolongado (y acalorado) sobre si Pablo quería atacar la poligamia (un hombre teniendo más de una sola mujer a la vez) o el divorcio.
«Sobrio» indica seriedad de propósito y dominio propio.
«Prudente» quiere decir «sensato», refiriéndose al buen juicio y acción mesurada.
«Decoroso» se podría traducir «ordenado»; sugiere una vida y testimonio bien ordenados.
Debe ser un verdadero caballero. Debe amar a la gente y disfrutar al tener a otros en su hogar.
«Apto para enseñar» se liga con Efesios 4.11, donde la referencia a «pastores y maestros» es a un mismo y solo oficio. Léase 1 y 2 Timoteo de nuevo para ver cuánto Pablo dice respecto a enseñar la Palabra.
Aunque la abstinencia total no se exige explícitamente en la Biblia, sin duda se hace hincapié en la sobriedad; problemas modernos estimulan a la iglesia a adoptar una posición en contra del alcohol y la embriaguez. Un «pendenciero» (v. 3) es el que usa la fuerza física para lograr que otros estén de acuerdo con él y sabemos que «la ira del hombre no obra la justicia de Dios» (Stg 1.20). El pastor no debe tener hambre de dinero; sino ser paciente con las ovejas; no debe ser contencioso (peleón, dado a discutir); sino libre de codicia, poniendo a Cristo y a la iglesia primero en su vida.
B. REQUISITOS COMO FAMILIA (VV. 4–5).
El pastor debe ser la cabeza de su familia y debe tener a sus hijos bajo control. ¡Esto no significa decir que a los hijos del pastor no se les permita ser niños! Lo que quiere decir es que deben respetar al Señor y a sus padres, y crecer siendo ejemplo, como lo deben ser todos los cristianos.
C. REQUISITOS COMO MIEMBRO DE LA IGLESIA (VV. 6–7)
No debe ser un recién convertido; si lo es, Satanás puede inflarlo con orgullo y llevarle a caer en pecado. Es peligroso empujar a los nuevos convertidos a posiciones de liderazgo. El pastor debe tener buen testimonio, incluso entre los no salvos («los de afuera», v. 7), porque de lo contrario su mala reputación derribará el testimonio de la iglesia. Es trágico cuando los pastores dejan deudas incobrables y promesas incumplidas. Esto hace daño al testimonio de la iglesia en la comunidad.

II. EL DIÁCONO DEL NUEVO TESTAMENTO (3.8–13)

«Asimismo» indica que Dios tiene normas igualmente importantes para el diácono, porque debe trabajar con el pastor para guiar los asuntos de la iglesia. «Honesto» significa «tenido en alta estima».
«Doblez» indica una persona de dos caras, un cuentista, alguien que dice una cosa a una persona y otra cosa a otra, tratando de ganarse el favor de ambas. Los líderes de la iglesia deben ser de una sola palabra. Las cuestiones del vino y del dinero ya se analizaron en el versículo 3. En el versículo 10 puede haber una advertencia en contra de usar los fondos de la iglesia para provecho personal. Los diáconos deben ser de limpia conciencia, viviendo lo que profesan.
La palabra «mujeres» en el versículo 11 tal vez se refiere a las esposas de los diáconos. Algunas versiones traducen «diaconisas». No tenemos ninguna evidencia clara en el NT de que la iglesia primitiva haya tenido diaconisas al igual que diáconos. En todo caso, estas normas se aplican también a las esposas de los diáconos. Nótese que tanto el pastor como el diácono deben someterse a prueba antes de encargarles el oficio, o sea, se les debe permitir ejercer sus dones en otros ministerios antes de elegirlos como líderes. La posición de diácono es para trabajar, no para figurar. Los dirigentes de la iglesia que son fieles ganan un grado honroso ante Dios y los hombres, y así son capaces de impulsar más la obra de Cristo.

III. LA IGLESIA DEL NUEVO TESTAMENTO (3.14–16)

Mucho se ha escrito respecto a la «verdadera iglesia» o la «iglesia invisible». Ciertamente hay tal concepto en la Biblia, en el sentido de que todos los creyentes pertenecen a Cristo y son uno en Él. Pero el énfasis fundamental del NT es en la iglesia local y esta es tan «iglesia verdadera» como el «cuerpo místico de Cristo» del cual se oye tanto. En el NT se esperaba que los cristianos se unieran a las iglesias locales y trabajaran para Dios. En estos versículos Pablo muestra la importancia de la iglesia local al describirla mediante varias figuras:
A. LA CASA DE DIOS.
Esto es, la familia de Dios en la tierra. Todos los creyentes son hijos de Dios y la iglesia es su familia. Véanse Gálatas 6.10 y Efesios 2.19. Pablo escribió esta carta para enseñar a la gente la manera de comportarse como miembros de la familia de Dios. Si la iglesia es la familia de Dios, es más importante que cualquier otra organización en la tierra.
B. COLUMNA Y BALUARTE DE LA VERDAD.
Este lenguaje es de arquitectura. La iglesia es lo que sostiene la verdad de Dios en este mundo. La palabra «baluarte» significa «fortaleza» o «cimiento»; un traductor la traduce como «sótano». En la medida en que la iglesia local es fiel para preservar, predicar y practicar la verdad, la obra de Dios prospera en la tierra. El cristiano infiel debilita el mismo cimiento de la verdad de Dios en el mundo.
C. EL CUERPO DE CRISTO.
El versículo 16 es tal vez un himno cristiano primitivo, memorizado por los santos para cantarlo en sus cultos de adoración. El misterio de la piedad es el programa oculto de Dios para traer piedad a este mundo. Por supuesto, Cristo es el gran misterio de Dios y este canto lo exalta: Su nacimiento, muerte y resurrección; su ministerio terrenal. Es un resumen de la Persona y obra de Cristo, y la idea es que la iglesia local ahora continúa la obra que Él empezó. La iglesia en la tierra es el cuerpo de Cristo en la tierra (Véanse 1 Co 12.12), donde Pablo habla de una iglesia local, no de la Iglesia universal).
La iglesia es importante para Dios y debe ser importante para nosotros.

4

Este capítulo se refiere a la vida y labores espirituales del pastor. Indica que un verdadero ministro debe tener tres cualidades. Será:

I. UN BUEN MINISTRO: PREDICANDO LA PALABRA (4.1–6)

A. EL PELIGRO (VV. 1–3).
A la iglesia efesia ya se le había advertido respecto a las doctrinas falsas (Hch 20.29, 30). Mediante las cartas de Pablo el Espíritu habla «claramente» que la iglesia verá la apostasía, un abandono de la verdadera fe (Véanse 2 Ts 2). La palabra griega que se traduce como «apostatarán» es la raíz de nuestra palabra castellana «apostasía». Pablo destaca también su causa: no la «inteligencia creciente de los eruditos», sino la influencia satánica de los demonios de modo que los creyentes profesantes nieguen las doctrinas básicas de la Biblia. ¡El problema no es con la cabeza, sino con el corazón!
¿Cuáles son las características de estos falsos maestros? Por una parte, predican una cosa pero practican otra. Son tales hipócritas que incluso tienen «cauterizada» la conciencia debido a su desobediencia voluntaria a la Palabra de Dios. Leen la Palabra, pero la soslayan mediante sus mentiras interesadas. Enseñan una falsa piedad, o sea, ascetismo, lo que quiere decir, abstenerse del matrimonio y de ciertos alimentos. Hay algunos grupos llamados «cristianos» que nunca han estudiado Colosenses 2 para descubrir que las disciplinas corporales no hacen automáticamente avanzar en la vida espiritual.
B. LA RESPUESTA (VV. 4–6).
«La palabra de Dios y la oración» (v. 5) resuelve la cuestión. En su Palabra Dios ha declarado que todos los alimentos son limpios (Gn 1.29–31; 9.3; Mc 7.14–23; 1 Co 10.23–26; Hch 10); y por la oración el cristiano agradece a Dios y dedica el alimento para su gloria (1 Co 10.31). El pastor debe enseñar estas cosas a su gente, alimentándola, tanto como a sí mismo, con doctrina «sana»; véanse las notas sobre 1.10. Un buen ministro se alimenta de la Palabra para poder alimentar a otros.

II. UN MINISTRO PIADOSO: PRACTICA LA PALABRA (4.7–12)

Así como la doctrina «sana» promueve salud espiritual, los mitos necios y ridículos de los falsos maestros producen enfermedad espiritual. ¡El ejercicio y los alimentos espirituales son una combinación feliz! Se ha sugerido que Timoteo se inclinaba hacia el ascetismo, la disciplina del cuerpo; y que Pablo aquí le enseña que debe hacer hincapié en las disciplinas y ejercicios espirituales antes que en los físicos. Si algunos cristianos pusieran en las cosas espirituales tanta energía y entusiasmo como lo hacen en el atletismo y el desarrollo muscular, ¡cuánto más fuertes serían ellos y también sus iglesias! «El ejercicio corporal para poco es provechoso», admite Pablo, «pero la piedad (el ejercicio espiritual, practicar la Palabra de Dios) para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera» (v. 8). Véanse Hebreos 4.14.
El cristiano, especialmente el pastor, debe practicar la Palabra de Dios y ser conocido por su piedad (semejante a Dios). Esto puede significar llevar cargas y soportar sufrimiento (v. 10), pero vale la pena.
Incluso los jóvenes pueden ser ejemplo de fe, como Pablo amonesta en el versículo 12: en palabra, en conducta, en amor, en espíritu (entusiasmo), en fe (fidelidad) y pureza.

III. EL MINISTRO QUE CRECE: PROGRESA EN LA PALABRA (4.13–16)

«Para que tu aprovechamiento (avance pionero) sea manifiesto a todos», es la meta que Pablo fija en el versículo 15 Un pastor que crece formará una iglesia que crece, porque nadie puede guiar a otros a donde él mismo no ha llegado. ¿Cómo podía Timoteo, o cualquier creyente, para el caso, progresar en la vida cristiana?
A. LA PALABRA DE DIOS.
«Ocúpate en la lectura» (v. 13), o sea, la lectura pública de la Palabra de Dios en la iglesia. Por supuesto, la Palabra también debe explicarse y aplicarse. No es suficiente conocer los hechos de la Palabra; los creyentes también deben saber las doctrinas de la Palabra.
B. DONES ESPIRITUALES.
Todo cristiano tiene algún don espiritual (Ro 12.3–8; 1 Co 12) y demasiado a menudo estos dones se echan a un lado en lugar de ejercerlos por fe. Cuando los ancianos (presbíteros) ordenaron al joven Timoteo, asistidos por Pablo (2 Ti 1.6), Dios le dio a Timoteo algunos dones espirituales para equiparle para su ministerio. Pero él había descuidado estos dones y necesitaba avivarlos de modo que el fuego que se apagaba pudiera resurgir. Espiritualmente hablando, lo que no usamos, lo perdemos; Véanse Hebreos 2.1–3.
C. DEDICACIÓN.
La expresión original en griego del versículo 15 dice: «Atiende a estas cosas; está en ellas». En otras palabras, entrégate por completo a ellas, sin compromiso ni distracción. Por cierto que la meditación es parte de esto, pero los mandamientos de Pablo son mucho más amplios. El cristiano que holgazanea en cuanto a los asuntos espirituales, jamás progresará.
D. EXAMEN.
«Ten cuidado de ti mismo», viene primero. Examínate tú mismo, descubre dónde estás espiritualmente y a dónde te diriges. «La vida sin examen no vale la pena vivirla», dijo el antiguo filósofo Sócrates. Es fácil corregir la doctrina, pero es mucho más desafiante vivir la doctrina. Nunca salvaremos a otros si perdemos nuestro poder espiritual.
Al revisar estos versículos se puede ver que Pablo esperaba que Timoteo edificara la iglesia en la Palabra: que la predicara, la enseñara y la practicara. La Palabra debía ser tanto su alimento y guía personal, como el alimento para la iglesia. El pastor que invierte tiempo en la Palabra y la oración crecerá y será pastor de una iglesia creciente.
Podemos concluir preguntando: «¿Cómo puede el miembro de la iglesia ayudar a su pastor a crecer?» Una de las mejores maneras es protegiendo su tiempo, de modo que tenga oportunidad para estudiar y orar. Todo pastor quiere estar accesible cuando hay necesidad, pero ninguno puede darse el lujo de desperdiciar su tiempo en asuntos triviales. Otra manera es orar por él diariamente. Una tercera sugerencia es prestar atención a lo que predica. ¡Qué bendición es predicar a personas que quieren escuchar! Todo pastor tiende a desanimarse cuando los miembros de la iglesia no se aplican a seguir los mensajes de la Palabra. Finalmente, la iglesia debe proveerle de los medios necesarios para realizar el trabajo de la iglesia. Esto significa mayordomía fiel, traer los diezmos y las ofrendas al Señor. Más de un pastor piadoso y consagrado no puede hacer lo que Dios quiere, porque la iglesia está endeudada o tiene una precaria historia financiera. También, si la iglesia no le paga a su pastor un salario decoroso, aumenta sus cargas y puede estorbarle en su trabajo.

5

Estos dos capítulos finales se refieren a la iglesia y su ministerio en al menos siete clases de personas (Véanse el bosquejo de la página 535).

I. LOS ANCIANOS SANTOS (5.1,2)

Puesto que era joven, Timoteo tenía que tener cuidado en sus relaciones con los creyentes ancianos en la iglesia. La palabra «anciano» aquí se refiere a edad, no a oficio. El pastor no debe reprender a los santos de mayor edad, sino exhortarlos y animarlos. «Míralos como lo harías con tus padres», aconseja Pablo. (Véanse Tit 2.1–4.) La iglesia necesita reconocer las necesidades y problemas de los creyentes mayores, y procurar ayudarles. «Los santos ancianos» son importantes en la iglesia y los jóvenes necesitan de ellos más de lo que se dan cuenta. Véanse 1 Pedro 5.1–7.

II. LAS VIUDAS (5.3–6)

Lea Hechos 6, 9.36–43 y Santiago 1.27. La iglesia primitiva cuidaba a las viudas necesitadas. La palabra «honrar» en el versículo 3 significa «fijar el valor», como en nuestra palabra «honorario», una cantidad que se paga a un orador por sus servicios. Timoteo tenía que tener cuidado de no malversar los fondos de la iglesia dando dinero a viudas que no lo merecían. En su día, tanto como ahora, habían engañadores que explotaban a la gente bajo la máscara de la religión. Tales personas usualmente visitaban las iglesias porque sabían que los santos de corazón blando les darían una contribución «por amor de Jesús».
Pero nótese que el versículo 4 dice que la familia tiene la primera responsabilidad para cuidar de los necesitados. Hijos y nietos deben mantener a sus padres y abuelos, y no esperar que la iglesia lo haga por caridad. Cualquier cristiano que no cuida de los suyos es peor que un incrédulo (v. 8). Es por esto que el pastor y los diáconos deben investigar cada caso de benevolencia y caridad, y también el porqué los creyentes individuales o los grupos en la iglesia no deben dar a lo que parecen obras de caridad ni realizar trabajo de caridad sin primero consultar con sus líderes espirituales. Demasiado dinero de Dios, que han dado fieles adoradores, se ha desperdiciado debido a que cristianos bien intencionados siguieron sus emociones en lugar de seguir la Palabra de Dios.
Pablo da los requisitos para que se «matricule» a las viudas («sea puesta en la lista», v. 9; que se inscriba su nombre en la lista); nótense los versículos 5 y 9–10. Véanse también en Lucas 2.36, 37 un ejemplo de esta clase de mujer. Primero, debía ser una viuda verdadera, sin familia que la sostenga o cuide. Debía ser piadosa, dada a la oración y a servir a otros. (Es muy probable que esas viudas que sostenía la iglesia servían en la iglesia en diferentes maneras, tal vez como Dorcas lo hacía.) Debía tener 60 años o más, y tener buen testimonio (v. 10), especialmente en su matrimonio.
En los versículos 11–16 Pablo se refiere a las viudas jóvenes y advierte a Timoteo que no las inscriba. Por un lado, las viudas jóvenes podrían prometer fidelidad para servir a Cristo y a la iglesia («su primera fe» en el v. 12 quiere decir «su primera promesa»), pero luego sentirían la tentación a empezar a buscar marido. «Quieren casarse» en el versículo 11, indica que el matrimonio se convierte en la pasión que consume sus vidas. Además, después de enfriarse espiritualmente dejan de servir a otros y empiezan a meterse en problemas (v. 13). Esto traería censura al nombre de Cristo y al testimonio de la iglesia. El mandamiento de Pablo es que las viudas jóvenes se casen, críen familias piadosas, se queden en casa y se cuiden de no darle a Satanás oportunidad para acusación. El versículo 16 resume el asunto; que los parientes y familiares cuiden a sus propios familiares necesitados, de modo que la iglesia no sea gravada.

III. LOS LÍDERES DE LA IGLESIA (5.17–25)

Al parecer Timoteo tenía problemas con algunos de sus dirigentes. Parte del problema quizás surgió debido a que había escogido y ordenado a algunos demasiado aprisa (v. 22). Otro factor era al equivocarse en su juicio de algunos de ellos (vv. 24–25) y había tomado decisiones precipitadas. Los pastores cometen errores, ¡incluso cuando sus corazones estén en buen camino! Pero también, los otros dirigentes se equivocan.
Timoteo, como el representante personal de Pablo en Éfeso, debía supervisar el trabajo de los ancianos del área. A estos hombres le pagaba la iglesia, puesto que el mandamiento de Dios es que los que enseñan la Palabra vivan de la Palabra (1 Co 9.1–14). Los ancianos fieles en realizar su trabajo debían recibir doble paga (honor, aquí, se refiere al dinero, como en el v. 3). Por supuesto, ¡un reconocimiento doble tampoco está fuera de orden! Pablo apoya el principio de que los cristianos paguen a sus ministros citando Deuteronomio 25.4 y refiriéndose a lo que Cristo dijo en Lucas 10.7.
Pero, ¿qué hacer con los líderes de la iglesia que causaban problemas? Antes que todo, busque los hechos. Si todas las iglesias practicaran 1 Timoteo 5.19, tendríamos menos iglesias que se dividan.
Cualquier acusación debe respaldarse al menos por dos testigos. Se debe evaluar el asunto con sinceridad sin mostrar ninguna parcialidad (v. 21). ¡Qué fácil es juzgar a otros creyentes, o llegar a conclusiones a partir de unos pocos hechos (o rumores)! Cuando se descubra que la acusación es verdad y los testigos y los hechos apunten en tal dirección, se debe analizar públicamente al dirigente ofensor. La sugerencia aquí es que el ofensor confiese sus pecados y le pida perdón a la congregación.
Si el pecado de un líder lo conocen al menos dos personas, se puede estar casi seguro que otros también lo saben; y los pecados públicos exigen confesión y restitución pública.
Muchos cristianos mundanos acuden aprisa al versículo 23 para apoyar sus malos hábitos. Aunque la Biblia no exige abstinencia total, sí estimula la temperancia; en todo caso, este versículo se aplica a una situación especial. Para empezar, Pablo instaba a Timoteo a que cuidara su cuerpo; y por más que le demos rienda a la imaginación no podemos creer que beber alcohol mejorará nuestro cuerpo. El bebedor es con frecuencia la persona con el cuerpo más enfermo. El vino que Pablo prescribió estaba destinado a ayudarle a Timoteo en los problemas que tenía en su estómago; era medicina, no una bebida social. (Algunos han sugerido que los problemas de Timoteo con los líderes de su iglesia le habían causado úlceras.) No es malo que los cristianos usen los medios disponibles para ayudar a Dios a contestar sus oraciones por sanidad. Pablo oró por Timoteo, pero también sugirió un remedio práctico para sus necesidades. Tal vez Timoteo estaba dejándose llevar por los falsos maestros que enfatizaban la disciplina corporal y el ascetismo, y esto afectó su salud.
Los dirigentes y líderes de la iglesia son importantes debido a que ayudan al pastor a llevar la carga.
Pero el pastor siempre debe ser el pastor del rebaño. Lo mejor que un líder de la iglesia puede hacer es dejar que el pastor ejerza sus dones y ministerios espirituales sin obstáculo ni distracción. Entonces la iglesia prosperará.

6

Este capítulo continúa la explicación de Pablo respecto al ministerio de la iglesia a los diferentes grupos en la comunidad, particularmente a los que pueden causar problemas.

I. LOS ESCLAVOS (6.1 ,2)

La esclavitud era una parte integral de la vida antigua; se estima que había más de sesenta millones de esclavos en el Imperio Romano. Muchos esclavos hallaron a Cristo, pero sus amos siguieron siendo incrédulos; por consiguiente, los esclavos cristianos podían sentirse inclinados a desobedecer y a reclamar libertad debido a que eran cristianos. Pablo les insta a dar buen testimonio ante sus amos inconversos, de modo que estos aprendan a respetar el nombre de Dios y su Palabra. Por otro lado, los esclavos que tenían amos creyentes se verían tentados a aprovecharse de ellos y Pablo prohíbe esta conducta. Véanse Efesios 6.5, Colosenses 3.22 y 1 Pedro 2.18–25.

II. LOS QUE CAUSAN PROBLEMAS (6.3–5)

«No se preocupen de la doctrina», dicen algunos predicadores modernos, «lo que importa es la unidad espiritual». En esta sección Pablo refuta esta mentira: siempre que hay desunión en una iglesia es porque alguien realmente no cree o no practica la Palabra de Dios. Había que tomar medidas adecuadas contra los que enseñaban falsas doctrinas y que no estaban de acuerdo con las enseñanzas de Pablo.
El apóstol claramente describe a esta gente que causa problemas en la iglesia. Es orgullosa; quiere ser «gente importante» en la iglesia. Sin embargo, es ignorante, «nada sabe» (v. 4). Además, está enferma; porque la palabra «delira» en realidad significa «enfermo, contagiado». Después de rechazar la sana doctrina, se enfermaron espiritualmente. En lugar de alimentarse de las verdades de la Palabra de Dios, se alimentan de cuestiones vanas y del significado de las palabras; y todo esto conduce a las envidias, rencillas, constantes pleitos y la impiedad. Estas personas están «privadas» de la verdad; su única meta es el provecho personal. Si pueden usar la religión para avanzar hacia sus propias metas, eso es todo lo que les importa.
Nótese que Tito 3.10 ordena que al que causa problemas no se le debe permitir ser miembros de la iglesia después de que se le ha advertido dos veces. A los que causan problemas y van de iglesia en iglesia no se les debe recibir de nuevo en el compañerismo después de la segunda ofensa.

III. LOS RICOS (6.6–19)

El pensamiento de «ganancia» en el versículo 5 lleva a Pablo a analizar al cristiano y su riqueza.
Usar la piedad como fuente de ganancia nunca traerá contentamiento; pero una vida piadosa, que es una vida de contentamiento, sin duda es de gran ganancia para una persona. ¡Cuán importante es que tengamos los valores correctos!
Es fácil interpretar mal los versículos 9 y 10. En el versículo 9 Pablo les advierte a los que anhelan ser ricos, o sea, los que fijan toda su atención en la búsqueda de riquezas. Esta clase de personas se inclina a caer en tentación y artimañas, y a la larga se hundirán en la destrucción. ¡Piense en todo lo que Lot perdió cuando puso sus ojos en las ricas llanuras de Sodoma! ¡O lo que Amán perdió (Véanse el libro de Ester), cuando puso su corazón en las riquezas y el honor! ¿Qué necesita un hombre para lograr contentamiento? Muy poco: alimento, vestido y una vida piadosa. Piense en la pobreza de Cristo, sin embargo, Él hizo ricos a muchos (2 Co 8.9).
El versículo 10 no enseña que el dinero sea la raíz de todo mal, ni siquiera que el amor al dinero es la raíz de todo mal; sino más bien que el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. El dinero en sí mismo es neutral; básicamente está contaminado. Jesús llamó al dinero «riquezas injustas» (Lc 16.9, 11) y Pablo lo denomina «ganancias deshonestas» (1 Ti 3.3, 8; Tit 1.7, 11). El dinero se puede invertir en la eternidad llevando a los perdidos a Cristo, o puede enviar a un hombre al infierno cuando se convierte en su dios. Ambos ejemplos se hallan en Lucas 16. Se puede romper cada uno de los Diez Mandamientos por causa del dinero. Por el dinero la gente ha negado a Dios, blasfemado su nombre, robado, mentido, asesinado, cometido adulterio y cosas por el estilo. La lujuria por las cosas materiales hace que la gente se aleje (yerre) de la fe y esto conduce al naufragio. Buscan el placer, pero todo lo que encuentran es dolor y sufrimiento.
Pablo entonces inyecta una advertencia a Timoteo, debido a que los líderes cristianos pueden ser arrastrados por los valores falsos y el deseo de la ganancia material. Demas abandonó a Pablo debido a que amó más al mundo (2 Ti 4.10); Judas vendió a Cristo por treinta piezas de plata. Nótese que Pablo llama al joven pastor Timoteo un «hombre de Dios» (v. 11). ¡Qué estímulo! Nótese también tres exhortaciones: huye, sigue, pelea. Huye de estas cosas: orgullo, codicia, falsas enseñanzas. Algunas veces lo mejor que puede hacer el soldado cristiano es correr. En 2 Timoteo 2.22 Pablo le ordena: «huye también de las pasiones juveniles». Esto es lo que José hizo cuando la mujer de Potifar le tentó (Gn 39). Pero no es suficiente huir. También debemos seguir y luchar. Pablo señala el maravilloso ejemplo de Cristo cuando testificó valientemente ante Pilato. «¡Servimos al Rey de reyes!», escribe Pablo. «Sé fiel hasta que Él venga. Cuando Él venga, te honrará por tu buen trabajo».
Los versículos 17–19 constituyen una instrucción positiva para los ricos, diciéndoles cómo usar sus riquezas para la gloria de Dios. Nótese que los llama «ricos de este siglo [mundo]». Es posible ser rico en este mundo y no ser rico para con Dios (Véanse Lc 12.13–21). Primero, estas personas deben ser humildes, aceptando su riqueza como una mayordomía de parte de Dios. Deben poner sus ojos en el Dador y no poner su confianza en lo recibido. Dios quiere que los suyos disfruten de las bendiciones de la vida; ¡la palabra «disfrutar» se halla en la Biblia! En Cristo, Dios «nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos». ¡Él nos las da «en abundancia»! Pero estas bendiciones materiales no son solamente para disfrutarse, también son para emplearlas, para usarlas para la gloria de Dios y ganar almas. El dinero se debe usar en buenas obras; se debe compartir; se debe invertir en cosas eternas, colocando un buen fundamento para el tiempo venidero. «Tesoros en el cielo» es la manera en que Jesús lo dijo en Mateo 6.

IV. AL «EDUCADO» (6.20, 21)

«Ciencia» en el versículo 20 significa «conocimiento», pero para Pablo era un falso conocimiento.
Sin duda se refería a los gnósticos (Véanse la introducción a Colosenses) que aducían tener «pleno conocimiento» respecto al universo, lo cual no tiene gran diferencia con algunos de los filósofos de la actualidad. Estos falsos maestros de Éfeso estaban molestando al joven Timoteo con sus teorías altisonantes y sus preguntas respecto a la Palabra de Dios; de modo que Pablo le advierte que no se enrede con estas «profanas pláticas sobre cosas vanas». La sabiduría de este mundo es necedad ante Dios (Véanse 1 Co 1–2).
¿Cuál era la responsabilidad de Timoteo? «Guarda lo que se te ha encomendado». Dios le había encomendado algo por medio de Pablo. Dios le había dado a Pablo el mensaje del evangelio, el depósito de la verdad (1.11), quien a su vez lo había encomendado a Timoteo (1.18, 19). Este debía guardarlo (6.20) y darlo a otros (2 Ti 2.2). Esta es la tarea de la iglesia hoy; ¡ojalá seamos fieles en guardar el depósito y trasmitirlo a otros!

2ª DE TIMOTEO

(gr., Timotheos, temeroso de Dios)
Escrita en prisión, es la última carta conocida de Pablo. En ella Pablo anima a Timoteo a permanecer fiel frente a una persecución en aumento y a las falsas enseñanzas, y a predicar la sana doctrina y vivir una vida piadosa.
La primera intención de esta epístola parece haber sido advertir a Timoteo de lo que había ocurrido durante el encarcelamiento del apóstol y pedirle que fuera a Roma, pero como Pablo no estaba seguro que le dejaran vivir para verlo, le da una variedad de consejos y exhortaciones para el fiel desempeño de sus deberes ministeriales.
Como esta era una carta privada escrita al amigo más íntimo de San Pablo, sometido a las miserias de la cárcel, y con la cercana perspectiva de la muerte, muestra el temperamento y el carácter del apóstol, y contiene pruebas convincentes de que él creía sinceramente las doctrinas que predicaba.
NOMBRE COMO PRESENTA A JESÚS: 2ª Tim. 3: 16, 17; 4: 8. Juez Justo Y Recompensador, Autor De Las Escrituras.
BOSQUEJO SUGERIDO DE 2 TIMOTEO
I. La apelación pastoral (1)
A. El recordatorio del llamamiento de Dios (1.1–6)
B. El recurso de la gracia de Dios (1.7–11)
C. La recompensa ante el trono de Dios (1.12–18)
II. La apelación práctica (2)
A. Cómo soportar el sufrimiento (2.1–13)
1. Es parte de tu llamamiento (2.1–7)
2. Es un privilegio de parte de Cristo (2.8–13)
B. Cómo lidiar con los falsos maestros (2.14–23)
1. Trazar bien la Palabra (2.14, 15)
2. Rechazar las mentiras y las fábulas (2.16–18)
3. Procurar la vida piadosa (2.19–23)
C. Cómo resolver los problemas de la iglesia (2.24–26)
III. La apelación profética (3)
A. Una explicación del futuro (3.1–9)
B. Un ejemplo del pasado (3.10–13)
C. Una exhortación del presente (3.14–17)
IV. La apelación personal (4)
A. ¡Predica la Palabra! (4.1–4)
B. ¡Cumple tu ministerio! (4.5–8)
C. ¡Apresúrate a venir a Roma! (4.9–18)
D. ¡Saluda a mis amigos en Cristo! (4.19–22)
NOTAS PRELIMINARES A 2 TIMOTEO
I. TRASFONDO
No tenemos los detalles respecto a los viajes de Pablo después de que fue puesto en libertad de su primera prisión en Roma. Tito 3.12 indica que visitó Nicópolis. Debe haber partido desde allí hacia Troas, donde, debido a que «tuvo que salir aprisa», había dejado su capote, sus libros y pergaminos (2 Ti 4.13) con Carpo, en cuya casa se hospedaba. Cómo o dónde lo arrestaron de nuevo, no lo sabemos.
Lo que sí sabemos es que Nerón desató una terrible persecución en contra de los cristianos y que la segunda prisión de Pablo fue muy diferente a la primera (Hch 28). Ahora era un detestado preso en una cárcel romana y no un acusado «en su casa rentada» en espera del juicio. Al leer esta carta final, podemos sentir su soledad y su corazón destrozado mientras aguarda el juicio y el martirio seguro.
«Solo Lucas está conmigo», escribe, y suplica a su hijo en la fe, Timoteo, que venga lo más rápido que le sea posible.
Si el Alejandro que se menciona en 2 Timoteo 4.14 es el mismo de Hechos 19.33, es posible que el arresto de Pablo ocurrió en Éfeso o en sus cercanías. Cuando hablaba con los ancianos de Éfeso, Pablo mencionó «las asechanzas de los judíos» (Hch 20.19) y es posible que Alejandro el calderero tenía algo que ver con este complot. Algunos estudiosos piensan que Alejandro estaba relacionado con el «Sindicato de los fabricantes de ídolos» y que estaba disgustado ante la primera huida de Pablo de Éfeso. Timoteo ya no era el líder en Éfeso. Tíquico había sido enviado para ocupar su lugar (4.12).
Aparentemente Timoteo estaba trabajando como ministro y evangelista viajero en los alrededores de Éfeso. Pablo esperaba que Timoteo viniera a Roma porque sabía que el joven estaría en Troas (4.13) y Éfeso (1.16–18). Estas ciudades estaban en el camino a Roma.
II. PROPÓSITO
La carta es intensamente personal. Pablo está solo en Roma, aguardando el juicio y la muerte cierta.
Anhela ver a su hijo Timoteo y animarle a tomar su lugar en el ministerio del evangelio. Pablo se ve rodeado de apostasía y derrota. El Dr. Sidlow Baxter, en la obra Explore the Book [Explore el Libro], destaca que el «algunos» de 1 Timoteo se había convertido en «todos» en 2 Timoteo. «Desviándose algunos» (1 Ti 1.6); «naufragaron en cuanto a la fe algunos» (1 Ti 1.19); «algunas se han apartado» (1 Ti 5.15); «algunos, se extraviaron» (1 Ti 6.10); «algunos, se desviaron» (1 Ti 6.21): es el tema de la primera carta. Pero en 2 Timoteo leemos: «me abandonaron todos» (2 Ti 1.15); «todos me desampararon» (4.16). Las iglesias se alejaban de la fe y Pablo instaba al joven Timoteo a que fuera fiel a su llamamiento y cumpliera su ministerio. Entretejido entre las exhortaciones en esta carta están los sentimientos y preocupaciones personales del gran apóstol. Esta carta no es un «canto del cisne» en derrota; ¡es un himno de victoria!
Si seguimos la división de capítulos que consta en nuestra Biblia, vemos cuatro apelaciones de Pablo a Timoteo para animarle a ser un fiel ministro a pesar de las condiciones desalentadoras. El capítulo 1 es la apelación pastoral, en la cual Pablo le recuerda a Timoteo su llamamiento al ministerio y las responsabilidades y privilegios que esto implica. El capítulo 2 es la apelación práctica, en la cual Pablo procura resolver algunos de los problemas del joven ministro; su persecución por causa del evangelio, los falsos maestros y las dificultades en la iglesia. En el capítulo 3 Pablo usa la apelación profética, explicando el curso de los acontecimientos y la importancia de aferrarse firmemente a la Palabra. Por último, el capítulo 4 da la apelación personal del corazón del envejecido apóstol, urgiéndole a Timoteo a seguir siendo fiel porque a él (Pablo) pronto lo ejecutarían. No quería que Timoteo se convirtiera en otro Demas.

1

Al leer las dos cartas de Pablo a Timoteo se puede empezar a comprender los problemas de este joven ministro. Por un lado, vacilaba para lidiar de frente con los asuntos y resolverlos de acuerdo a la Palabra de Dios. Había «temor» (cobardía) en su vida, tal vez el temor del hombre que «pondrá lazo» (Pr 29.25). Enfrentaba las tentaciones usuales de un joven y sin duda no se sentía apto para la tarea.
Para apoyarle y ayudarle a perseverar en la tarea Pablo le da cinco maravillosos estímulos.

I. UN AMIGO QUE ORA (1.1–5)

Pablo enfrentaba el martirio, sin embargo, ¡dedicaba tiempo para orar por Timoteo! Al comparar 1 Timoteo 1.1 con 2 Timoteo 1.1 se puede ver que Pablo, enfrentando la muerte, pensaba ahora respecto a «la promesa de vida que es en Cristo Jesús», ¡y qué maravillosa promesa es esa! Le asegura a Timoteo su amor y oraciones y de que le recordaba noche y día.
Le recuerda a Timoteo que hay mucho por lo cual estar agradecido, a pesar de los problemas que estaba enfrentando. Le recuerda de su herencia piadosa y de la fe que Dios le ha dado, no sólo para la salvación, sino también para la vida diaria y el servicio cristiano. No sabemos si los seres queridos de Timoteo todavía vivían en ese tiempo; pero si vivían, ciertamente lo respaldaban en oración. ¡Qué bendición es tener amigos que oran! Qué estímulo es orar por otros y ayudarles en sus vidas espirituales. Véanse 1 Samuel 12.23.

II. UN MARAVILLOSO DON (1.6–7)

Uno de los problemas de Timoteo era la cobardía, su timidez para enfrentar los problemas y hacer la obra de Dios. Quizás su juventud contribuía a esto (1 Ti 4.12). Pablo le recuerda que estaba olvidándose del don que Dios le había dado (4.14) y que necesitaba avivarlo, como cuando alguien sopla los leños de una fogata que se está apagando a fin de reavivar la llama. Pablo no sugiere que Timoteo estuviera perdiendo su salvación, por cuanto esto es imposible, sino que estaba perdiendo su celo por el Señor y su entusiasmo por la obra del Señor.
En el versículo 7 Pablo escribe respecto al Espíritu Santo. El Espíritu no genera temor en nosotros (Véanse Ro 8.15), sino más bien poder, amor y disciplina (mente sana, dominio propio). ¡Todo cristiano necesita estas tres cosas! El Espíritu Santo es el poder en nuestras vidas (Hch 1.8; Ef 3.20–21; Flp 4.13). Pablo usa la palabra «poder» en todas sus cartas, excepto en la que escribió a Filemón. El Espíritu también nos da amor, porque el fruto del Espíritu es amor (Gl 5.22). Nuestro amor por Cristo, por la Palabra, por otros creyentes y por los perdidos debe proceder del Espíritu (Ro 5.5). El Espíritu también nos da disciplina y dominio propio; como resultado, no somos fácilmente arrastrados por nuestras emociones o circunstancias. Cuando el Espíritu está en control, experimentamos paz y sosiego, y el temor y la cobardía se desvanecen. Nótese Hechos 4.1–22, el versículo 13 en especial.

III. UN LLAMAMIENTO SANTO (1.8–11)

La gente de Éfeso sabía que Timoteo era amigo y colaborador de Pablo, ¡pero Pablo era un preso en Roma! «¡No te avergüences de mí ni del evangelio!», le amonesta Pablo. «Nuestro sufrimiento es nada más que una parte de nuestro llamamiento celestial como ministros». Cuando los cristianos sufren, lo hacen con Cristo (Flp 3.10). El mismo poder que nos salva, nos fortalece para la batalla. Pablo hace hincapié en que nuestro llamamiento es por gracia; no merecemos la salvación. Si Dios nos permite sufrir después de habernos dado tan maravillosa salvación, ¡qué derecho tenemos para quejarnos o darnos por vencidos! «Dios tiene un propósito en mente», aconseja Pablo. «¡Déjale cumplir ese propósito!»
El maravilloso propósito de Dios en el evangelio estuvo oculto en las edades pasadas, pero ahora se ha revelado. «Quitó» en el versículo 10 significa «inutilizado, desarmado». Dios no eliminó la muerte mediante la cruz, porque la gente todavía muere. Pero lo que hizo fue desarmar a la muerte, quitarle su aguijón, para el creyente. Cristo ha traído a la luz la vida e inmortalidad (la condición de nunca morir).
Estas doctrinas están «en las sombras» en el AT, pero debemos ser precavidos y no construir alguna doctrina de la inmortalidad, la muerte ni la resurrección, a partir de pasajes del AT únicamente. Muchas sectas falsas usan Job, Eclesiastés y algunos de los Salmos para defender tales doctrinas extrañas como la de que el alma va a dormir.

IV. UN SALVADOR FIEL (1.12–14)

¡Qué estímulo saber que Cristo es fiel y puede guardar a los suyos! «Yo sé a quién he creído» era la confianza de Pablo, y no «espero» o «pienso». Hay dos maneras de leer el versículo 12 y tal vez Pablo tenía a ambos en mente. Pablo dice que sabe que puede confiar en que Cristo le guardará a él y a su alma; pero también dice que sabe que Cristo le capacitará para guardar lo que Él le ha encomendado.
Es posible traducir esta expresión como: «Él puede guardar lo que me ha encomendado». Cristo le había encomendado el evangelio a Pablo (1 Ti 1.11) y este estaba seguro de que le capacitaría para guardarlo con seguridad (1 Ti 6.20; 2 Ti 4.7). Repase 1 Timoteo 1.1–11.
«Forma» en el versículo 13 significa «bosquejo». La iglesia tenía ciertas definiciones de la sana doctrina y apartarse de ellas era pecado. Mediante el poder del Espíritu Timoteo debía aferrarse a aquel bosquejo básico de doctrina (v. 14). Los versículos 12 y 14 son paralelos: Cristo en gloria es poderoso para guardar lo que le había dado y el Espíritu en la tierra nos ayuda a guardar lo que Cristo nos ha dado.

V. UN EJEMPLO PIADOSO (1.15–18)

Todos en Asia habían abandonado a Pablo (Véanse también 4.16). Los dos hombres que menciona tal vez hayan sido miembros de la iglesia de Éfeso, personas que Timoteo conocía personalmente. Pero uno de ellos había permanecido fiel: Onesíforo («uno que rinde provecho o beneficio»). Este piadoso hombre era quizás diácono de Éfeso, porque el versículo 18 se puede traducir: «y en cuántas cosas sirvió por entero como diácono», puesto que la palabra griega que se traduce «ayudó» también significa «diácono».
Este hombre vino a Roma, buscó a Pablo y le sirvió sin temor ni vergüenza. «No se avergonzó de mis cadenas» (v. 16). ¡Qué ejemplo para que Timoteo siguiera y para que todos nosotros observemos! ¡Aquí había un diácono de la iglesia mostrando más celo, amor y valentía que su pastor!
Nótese que el versículo 17 dice que Onesíforo estuvo en Roma. Por lo visto ya no estaba allí y tal vez iba de regreso a Éfeso. A lo mejor llevó esta carta a Timoteo. En cualquier caso, en el versículo 16 Pablo saluda a los de la casa de este diácono. Enseñar que Onesíforo ya había muerto y que las palabras de Pablo en el versículo 18 constituyen una oración por los muertos, como algunos enseñan, es simplemente torcer las Escrituras. No tenemos ninguna evidencia de que Onesíforo haya muerto y sin duda Pablo nunca enseñó que los creyentes oraran por los muertos.

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Pablo le recordó a Timoteo su llamamiento pastoral. Ahora se refiere prácticamente a la iglesia local y las responsabilidades especiales del pastor. Pablo presenta varios cuadros de la iglesia local, mostrando los diversos ministerios que Dios tiene para su pueblo y su pastor. La iglesia local es:

I. LA FAMILIA DE DIOS (2.1)

«Hijo mío» sugiere, por supuesto, que Timoteo había nacido a la familia de Dios por fe en Cristo.
Como escribió en 1 Corintios 4.15, Pablo le había «engendrado» por el evangelio. En Efesios 2.19 Pablo llama «familia de Dios» a la iglesia local. La iglesia local no es un club campestre santificado; es la familia de Dios que se reúne para compañerismo, adoración y servicio. La única manera de entrar a esta familia es mediante el nacimiento del Espíritu (Jn 3.1–6) y de la Palabra (1 P. 1.23).

II. TESORO DE DIOS (2.2)

«Encarga» significa «deposita» y se refiere al tesoro de la verdad del evangelio que Pablo había encargado a Timoteo (1 Ti 6.20) y que Dios primero le había encomendado a Pablo (1 Ti 1.11). Por eso Pablo llama a la iglesia local «columna y baluarte de la verdad» en 1 Timoteo 3.15. Dios ha depositado en su pueblo la verdad de la Palabra de Dios. Es nuestra responsabilidad guardar este tesoro y compartirlo con otros. La tarea de la iglesia local no es preservar la verdad, como si fuera un museo; sino vivirla y enseñarla a las generaciones venideras. Nótese que Timoteo debe encomendar la verdad a «hombres fieles» y no indistintamente a cualquier creyente. ¡Cuán importante es ser fiel a la Palabra!

III. EL EJÉRCITO DE DIOS (2.3–4)

El llamamiento de Timoteo al servicio se halla en Hechos 16.3: «Quiso Pablo que éste fuese con él». La expresión «que fuese» literalmente significa «llevarle al campo como soldado». Este fue el momento de reclutamiento de Timoteo. Todo cristiano ya es un soldado en el ejército de Dios; lo que ocurre simplemente es que algunos son leales y otros no. Cristo, el Capitán de nuestra salvación, nos ha reclutado («tomó», v. 4) y debemos recibir de Él nuestras órdenes.
Los cristianos deben aprender a cómo soportar las penas por Cristo. Timoteo estaba desalentado debido a la persecución que enfrentaba, pero debía haber esperado persecución. La vida cristiana no es un patio de juego; es un campo de batalla. Nosotros mismos no tenemos la fuerza, sino que por la gracia del Señor podemos soportar y resistir contra las asechanzas del diablo (Ef 6.10). Es más, los soldados cristianos no deben enredarse con el mundo; su primera lealtad es a Cristo. ¡Dónde estaría un ejército si cada soldado tuviera un trabajo a tiempo parcial que le alejara de sus deberes militares!
Nuestra tarea principal es agradar al Señor; no a otros, ni siquiera a nosotros mismos.

IV. EL EQUIPO DE DIOS (2.5)

En las cartas de Pablo hay más de dos docenas de referencias al atletismo: pelear, luchar, correr, por nombrar unas pocas. Los griegos y los romanos eran atletas (y espectadores) entusiastas y en este versículo Pablo usó los juegos olímpicos como una ilustración de la vida práctica del creyente. Sin que importe cuán hábiles fueran los atletas, tenían que obedecer las reglas del juego. Si ganaban la carrera, pero rompían las reglas, quedaban descalificados. «El que lucha como atleta» significa «participar en las competencias de los juegos». La iglesia local es el equipo de corredores de Dios dirigiéndose hacia la meta que Él ha fijado (Véanse Flp 3.12–14). Para que un atleta gane es imprescindible que tenga disciplina, dedicación y dirección, asimismo esas cualidades son imprescindibles para tener una vida cristiana victoriosa. Debe haber un sentido de equipo en la iglesia local. «Combatieron juntamente conmigo» en Filipenses 4.3 significa literalmente «fueron mis compañeros de equipo».

V. EL HUERTO DE DIOS (2.6,7)

«Labrador» significa «granjero» y el cuadro aquí viene de la agricultura (Véanse 1 Co 3.6–9). La iglesia es un huerto y la semilla es la Palabra de Dios. Varios obreros plantan, riegan y cosechan la semilla a su debido tiempo. Timoteo no debía desanimarse si la cosecha no se obtenía de inmediato.
Desarrollar un huerto fructífero demanda tiempo, paciencia y arduo trabajo. Como el labrador fiel, el pastor debe participar de las bendiciones que Dios envía. «A su tiempo segaremos, si no desmayamos» (Gl 6.9).

VI. EL CUERPO DE CRISTO EN LA TIERRA (2.8–13)

Pablo le recuerda a Timoteo que él también sufría, pero que el sufrimiento de ambos tenía una doble bendición: Sufrían por Cristo y con Cristo, y su sufrimiento era para beneficio de la iglesia. Los versículos 11–13 pueden haber sido al principio un himno cristiano o una confesión de fe. Hacen hincapié en la unión del creyente con Cristo: cuando Él murió, nosotros morimos con Él como miembros de su cuerpo; resucitamos con Él; reinaremos con Él. ¡Nuestra infidelidad no cancela la fidelidad de Dios! «¿No tienes miedo de resbalarte por entre sus dedos?», le preguntó un incrédulo a una creyente. «¿Cómo podría?», replicó ella. «¡Yo soy uno de sus dedos!»

VII. LA ESCUELA DE DIOS (2.14–18)

A Timoteo lo estaban atacando los falsos maestros, así como atacan a la iglesia hoy. ¿Qué debemos hacer? Primero, recordar a la gente que se aferre a lo esencial y no discuta sobre palabras vanas y filosofías huecas. Segundo, asegurarnos de trazar bien la Palabra, siendo diligentes en manejarla cuidadosamente. «Trazar bien» implica «cortar» la Palabra con cuidado, de la manera en que un ingeniero construye una carretera, de modo que la gente entienda el programa de Dios para todas las edades. Pablo advierte que la falsa doctrina «carcomerá como gangrena» (v. 17) y que el único remedio es la «sana doctrina» de la Palabra de Dios. Cuando usted empieza a dar oídos a las fábulas de viejas o a los falsos maestros, se enfermará espiritualmente. Una mentira puede crecer como un tumor canceroso y destruir la fuerza espiritual del cristiano o de la iglesia local. Cada iglesia debe ser una escuela bíblica donde se enseñe la Palabra de Dios con precisión.

VIII. LA CASA DE DIOS (2.19–26)

Pablo describe a la iglesia local como una casa con un cimiento sólido y que contiene instrumentos de diferentes clases. Los judíos del AT a menudo escribían versículos de las Escrituras en las paredes de sus casas (Véanse Dt 11.20) y no era raro que también los gentiles escribieran consignas o frases en sus casas. En toda la casa de Dios hay dos afirmaciones escritas: una dirigida a Dios y otra dirigida al hombre (v. 19). Dios conoce a los suyos y otros deben conocer a los suyos debido a sus vidas santas.
Cada cristiano es un instrumento en la casa grandiosa, pero algunos instrumentos están contaminados o sucios y no se pueden usar. A Timoteo se le advierte que se libre (purgar) de los instrumentos viles, para que no lo contaminen. Esta es la doctrina bíblica de la separación (2 Co 6.14–7.1). Los creyentes deben ser instrumentos apartados para honor, dignos («útiles») de que Cristo los use. Huir de las pasiones juveniles y seguir las cosas espirituales ayudarían a Timoteo a ser un instrumento preparado que Cristo podría usar para su gloria.
Los versículos 23–26 explican cómo lidiar con los problemas en la casa (familia) de Dios, de modo que no haya rencilla ni contención.

3

Pablo ahora mira a través de los años y con ojos de profeta nos dice lo que se debe esperar. Este capítulo es su apelación profética a Timoteo, su encargo a la luz del futuro de la Iglesia.

I. UNA EXPLICACIÓN DEL FUTURO (3.1–9)

La frase «en los postreros días» hace referencia a un período que en realidad empezó con la vida y ministerio de Cristo sobre la tierra (Heb 1.1, 2). Sin embargo, el NT indica que la expresión «los postreros días» se refiere particularmente al estado de la Iglesia antes de la venida de Cristo. Estos serán «tiempos peligrosos», o sea, «difíciles, arduos para enfrentar». Esta es la misma palabra que se usa en Mateo 8.28 para describir al endemoniado gadareno. Debido a que la gente creerá «doctrinas de demonios» (1 Ti 4.1), este mundo llegará a ser un «cementerio demoníaco» así como Gadara. ¡Ya estamos en esos días!
«Hombres amadores de sí mismos» será la característica de los postreros días. Este amor de uno mismo conducirá a una actitud de avaricia y a un espíritu jactancioso. «Vanagloriosos» en realidad significa «fanfarrones». El afecto verdadero casi desaparecerá; y en su lugar prevalecerá el afecto contra naturaleza. «Crueles» significa «salvajes» y ciertamente que hoy es evidente una conducta salvaje. «Impetuosos» significa «imprudentes» o «desenfrenados»; y por cierto que vivimos en una edad de desenfreno, sea que se trate de la velocidad de los medios de transporte, el desperdicio del dinero o del desprecio a la vida humana.
Los versículos 5–8 indican que habrá abundancia de religión en los últimos días, pero que todo será mera imitación, una forma de piedad carente del poder transformador de Dios. El apartarse de la fe que Pablo predijo en 2 Tesalonicenses 2 ya está con nosotros hoy, ¡y sin embargo hay abundancia de religión! La Biblia continúa siendo el libro de mayor venta, sin embargo, la tasa de crimen sigue en aumento y los problemas se multiplican. Los verdaderos cristianos son la minoría. Estos falsos maestros de los días de Pablo hacían presa especialmente de las mujeres cargadas de pecado y arrastradas por sus pasiones, mujeres que estaban «siempre aprendiendo», pero que nunca llegaban en realidad a conocer la verdad.
Pablo comparó a los maestros apóstatas con los encantadores egipcios Janes y Jambres, quienes se opusieron a Moisés al imitar lo que él hizo (Éx 7.11). Satanás es un imitador y su evangelio e iglesia de imitación se esparcirá en los postreros días. Así como Moisés venció a estos imitadores por el poder de Dios que vino en gran juicio, la Iglesia a la larga vencerá a estos engañadores de los últimos días.
«A estos evita», advierte Pablo (v. 5). Timoteo no debía enredarse con los engañadores que niegan a Cristo, incluso cuando esto signifique que nos cataloguen de «extravagante».

II. UN EJEMPLO DEL PASADO (3.10–13)

Si Janes y Jambres fueron ministros de la obra de Satanás, Pablo es nuestro mejor ejemplo de un obrero de Dios. No tenía que esconder nada. Véanse Hechos 20.17. Pablo menciona las ciudades en el área alrededor de la residencia de Timoteo, porque este estaba familiarizado con la región. Timoteo conocía la doctrina (enseñanza) de Pablo; su manera de vivir (conducta); el propósito que motivaba su vida (véanse Hch 20.24; 2 Ti 4.7); la fe que le sostenía en su juicio; la paciencia, el amor y la perseverancia que demostró, incluso cuando lo perseguían; y la maravillosa manera en que Dios le cuidó en todo eso. Pablo fue una lección objetiva divina para el joven Timoteo y nosotros debemos ser ejemplo para otros.
La persecución no es algo que los cristianos deban buscar deliberadamente, pero si viven vidas consagradas la persecución vendrá de manera automática (Véanse 1 P. 4.12–19). «Sí, y todos los que quieren vivir piadosamente» es la mejor traducción del versículo 12. Cuando nuestra voluntad está dedicada a Dios, Satanás nos atacará. Usted puede estar seguro de que durante estos postreros días será cada vez más difícil vivir por Cristo. Como nunca antes necesitamos cristianos que estén dispuestos, como Pablo, a vivir completamente por Cristo.

III. UNA EXHORTACIÓN DEL PRESENTE (3.14–17)

Puesto que estos seductores satánicos van a continuar, ¿qué debe hacer el creyente? Continuar siendo fiel a la Palabra de Dios. La única respuesta a las mentiras de Satanás es la verdad de Dios. Si cada iglesia local volviera a la Palabra de Dios y si cada pastor y cada maestro de la Escuela Dominical enseñara la Palabra de Dios, los discípulos de Satanás serían derrotados.
La relación de Timoteo con la Biblia queda delineada en estos versículos. Empezó cuando era niño y de su madre y abuela aprendió las Escrituras del AT. Ellas no le enseñaron simplemente los hechos de la Biblia; también le dieron apoyo y entendimiento espiritual. Timoteo conocía por sí mismo la verdad de la Palabra; no dependía de otros para que defendieran la Palabra por él. Esta Palabra le impartió fe (Ro 10.17) y esta fe en Cristo le dio la salvación.
Los versículos 16–17 son un gran testimonio del origen y carácter divinos de la Biblia. Algunos dicen: «La Biblia sólo contiene la palabra de Dios». O: «La Biblia es inspirada de la misma manera en que Shakespeare se inspiró». Pero Pablo no concuerda con semejantes afirmaciones. La Biblia es la Palabra inspirada de Dios. La palabra «inspirada» significa «exhalada, llena del aliento de Dios». El Espíritu de Dios capacitó a los hombres para que escribieran la Palabra de Dios (Véanse 2 P 1.20, 21), porque el Espíritu de Dios es el «aliento» de Dios (Jn 3.1–8; Ez 37.1–14). Aun cuando hombres como Shakespeare tuvieron inspiración literaria de alta calidad, no escribieron las mismas palabras de Dios.
«Toda la Escritura» significa que cada palabra de Dios es inspirada. ¿Cuál es el propósito de la Biblia? La salvación es el primer propósito (v. 15), por supuesto, pero también se incluye la vida cristiana. La Palabra es útil para enseñar (doctrina), producir convicción (redargüir), corregir y disciplinar (instruir). Capacita al hijo de Dios para que llegue a ser un hombre de Dios, maduro en las cosas del Señor. «Perfecto» (v. 17) no significa exento de pecado; significa «maduro». Y «enteramente preparado» quiere decir «completamente equipado» (vv. 16–17). Así, la Biblia transforma al niño del versículo 15 en una persona madura en Cristo; equipa a los santos para ser siervos. Es bueno que los creyentes tomen cursos de estudio y aprendan métodos de ministerio, pero la mejor manera para equiparse en el servicio a Dios es estudiar y practicar la Palabra de Dios. Los libros de estudio nos dicen cómo; pero la Biblia nos da la motivación y el poder para vivir lo que aprendemos.
Es interesante comparar los usos de la Biblia con el orden de las Epístolas: enseñanza: Romanos; redargüir: 1 y 2 Corintios; corregir: Gálatas; instruir en justicia: Efesios y Colosenses.
La más grande necesidad entre las iglesias y los creyentes de hoy es regresar a la Biblia. Si las iglesias no vuelven a la Palabra de Dios, los engañadores satánicos se harán cargo y millones de pecadores perdidos irán al infierno porque las mentiras religiosas los desviarán.

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Este capítulo registra el mensaje final de la pluma inspirada de Pablo. Poco después de dictar estas palabras, Pablo sufrió el martirio por la causa de Cristo. No nos sorprende, pues, que hallamos en este capítulo una apelación personal intensa por la fidelidad de Timoteo al Señor y a su querido Pablo. En este capítulo hay cuatro «encargos» o admoniciones a las que cada creyente debe prestar atención.

I. ¡PREDICA LA PALABRA! (4.1–4)

Pablo cerró el capítulo anterior exhortando a Timoteo a continuar en la Palabra en su vida personal; ahora le exhorta a llevar esa Palabra a otros. Primero debemos recibir antes que podamos trasmitir. Tan importante era la predicación de la Palabra para Pablo y para el ministerio de la iglesia, que el apóstol le encarga (le da una «orden militar») a Timoteo que persista en predicar la Palabra. Y Pablo llama a Cristo como testigo del encargo que le da a Timoteo, recordándole que Cristo un día volverá y someterá a prueba a su ministerio.
«Predicar la palabra» (v. 2) implica conocer la Palabra, trazarla correctamente y hacerla comprensible y aplicable a las vidas de las personas. El gran expositor bíblico G. Campbell Morgan dijo una vez: «Nuestra primera obligación es impartir conocimiento y luego nuestro propósito debe ser guiar a la obediencia a los que hemos enseñado». También dijo: «Predicar no es proclamar una teoría, ni tampoco debatir respecto a una duda[...] Predicar es proclamar la Palabra, la verdad conforme ha sido revelada». «Instar» significa «estar listo, expresar con urgencia»; y esta debe ser la actitud del ministro, sea o no el servicio conveniente. Compárese el versículo 2 con 3.16–17 y verá que los deberes de la predicación caen en paralelo con los propósitos por los cuales se ha dado la Palabra. El ministro de la Palabra no reprende, ni redarguye, ni exhorta con sus palabras, sino con la Palabra inspirada de Dios.
¿Por qué deben los cristianos proclamar la Palabra de Dios? «Porque vendrán tiempos» (v. 3) cuando la gente no querrá oír la Palabra de Dios... ¡y dicho tiempo ya ha llegado a nosotros! Muchos que asisten a las iglesias no quieren doctrina «sana»; en lugar de eso quieren espectáculos de entretenimiento religioso de parte de ejecutantes cristianos que les acaricien los oídos. En las iglesias tenemos hoy una fascinación por las novelerías. Demasiado a menudo se ignora a la persona que simplemente abre la Biblia y enseña, mientras que el actor religioso se convierte en una celebridad. El versículo 4 indica que los oídos con «comezón» pronto se vuelven «oídos sordos» conforme la gente se aleja de la verdad y cree en las fábulas inventadas por los hombres.

II. ¡CUMPLE TU MINISTERIO! (4.5–8)

Pablo estaba a punto de terminar su carrera, pero a la vida y ministerio de Timoteo le quedaban mucho por delante. «Cumple» significa «dar cumplimiento, lograr el propósito». Qué maravilloso es que Dios tenga un ministerio específico para cada uno de sus hijos (Ef 2.10). Nuestra tarea es hallar su voluntad y hacerla toda la vida. Esto involucra ser sobrios, soportar y hacer la obra.
El argumento de Pablo es claro: está a punto de dejar la escena y alguien debe ocupar su lugar. Los jóvenes necesitan que se les recuerde que son el futuro de la iglesia. Pablo declara: «Yo ya estoy para ser derramado como una ofrenda de libación, y el tiempo ha llegado para soltar el ancla y arriar las velas, para desarmar la tienda y avanzar» (traducción literal). Pablo no lamenta enfrentar la eternidad: había sido un buen soldado, un fiel corredor, un fiel mayordomo del tesoro del evangelio. Miraba hacia el momento en que recibiría su recompensa del Señor. ¿Qué fue lo que sostuvo a Pablo avanzando durante más de treinta años de esfuerzo y sufrimiento? ¡Esperaba con anhelo la venida de Cristo! «El amor de Cristo nos constriñe» (2 Co 5.14). Y todos los santos que aman su venida también serán fieles, como Pablo lo fue, en servirle y, como él, recibirán también su recompensa.
La tragedia más grande de la vida, aparte de perder el alma e ir al infierno, será llegar al borde de la eternidad y descubrir que hemos errado la voluntad de Dios y hemos desperdiciado nuestras vidas en cosas infructuosas y transitorias.

III. ¡VEN PRONTO A ROMA! (4.9–18)

¿Por qué debía Timoteo apresurarse? Demas había abandonado a Pablo (Col 4.14; Flm 24); Crescente y Tito estaban lejos ministrando; Tíquico había sido enviado a Éfeso; y solamente el Dr. Lucas estaba con él. Mientras Pablo esperaba con paciencia que el Señor le llamara al hogar, anhelaba fervientemente el compañerismo cristiano de su hijo en la fe. En el versículo 21 Pablo le insta a que venga «antes del invierno» porque la temporada de navegación pronto se acabaría; y era muy probable que lo encontrara muerto si se demoraba mucho.
Encontramos a Lucas por primera vez en Hechos 16.10. Fue en tal punto que se unió al grupo de Pablo. Era un gentil y fue el autor del Evangelio de Lucas y el libro de Hechos. En Colosenses 4.14 y Filemón 24 se menciona a Lucas y a Demas, y el contraste es claro: Demas fue infiel en tanto que Lucas fue fiel a Cristo y a Pablo.
En Hechos 15.37 Pablo había rechazado a Juan Marcos, pero ahora lo acepta. Marcos había demostrado con Bernabé ser digno del ministerio. Pablo estaba dispuesto a olvidar y perdonar, característica de un gran hombre. La palabra «útil» en 4.11 es la misma que se usa en 2.21. Marcos demostró ser «adecuado» para que el Maestro lo usara.
Pablo pidió que le trajera el capote que había dejado en Troas; el invierno se avecinaba y lo necesitaría en su prisión en Roma. Los «libros» eran quizás algunos de sus escritos; los «pergaminos» serían sus ejemplares de las Escrituras del AT. Mientras esperaba a que se celebrara el juicio, Pablo dedicaba su tiempo al estudio de la Palabra. ¡Qué ejemplo para seguir!
Advirtió a Timoteo respecto a Alejandro (1 Ti 1.20; Hch 19.33), quien resistió sus palabras (Véanse 3.8). En la primera defensa de Pablo ningún creyente estuvo a su lado; ¡pero el Señor sí y eso era todo lo que importaba! Esto había sido siempre su aliento en los momentos difíciles (Hch 18.7–11; 23.11; 27.19–25).

IV. ¡SALUDA A MIS AMIGOS! (4.19–22)

A pesar de que enfrentaba una muerte segura, Pablo todavía piensa en otros. Cuán semejante a Cristo cuando estaba en la cruz. Pablo cumplió el requisito pastoral dado en Tito 1.8: era «amante de lo bueno». Ya hemos encontrado antes a Priscila (Prisca) y Aquila (Véanse Hch 18.2, 18, etc.). En cuanto a Erasto Véanse Hechos 19.22. A Trófimo se menciona en Hechos 20.4 y 21.29. El hecho de que Pablo no pudo curar a Trófimo indica que no todos los creyentes deben sanarse y que la ausencia de sanidad no necesariamente prueba una falta de espiritualidad.
«¡La gracia sea con vosotros», dice Pablo y cierra su parte en los escritos del NT. «Gracia» era la palabra clave en su ministerio. Ojalá esta sea también la palabra clave en nuestras vidas.