BOSQUEJO SUGERIDO DE ESTER
I. La selección
de Ester (1–2)
A. El rey
pierde a Vasti (1)
B. El rey
escoge a Ester (2)
II. Amán es
desenmascarado (3–7)
A. El perverso
complot de Amán (3)
B. La gran
preocupación de Mardoqueo (4)
C. La valiente
intercesión de Ester (5–7)
III. La
protección de Israel (8–10)
A. El nuevo
decreto del rey (8)
B. La nueva
victoria de los judíos (9)
C. El nuevo
honor de Mardoqueo (10)
NOTAS
PRELIMINARES A ESTER
I. EL LIBRO
ESTER (heb., ’ester, tal vez
de Akkad. Ishtar [Venus]; gr., aster, estrella).
El Libro De Ester Es Ultimo de los libros históricos el AT;
cuenta la manera en que Ester se convirtió en reina de Persia y cómo contribuyó
para salvar a los judíos del plan de Amán para eliminarlos. La mayoría de los
estudiosos de hoy están de acuerdo en que Asuero fue el Jerjes que reinó del
486 al 465 a. de J.C. Es probable que el libro haya sido escrito alrededor del
400. Se desconoce el autor, pero es obvio por los detalles del registro que
conocía bien la vida de la corte persa. Los judíos siempre han aceptado como
canónico el libro de Ester.
Un texto cuneiforme sin fecha menciona a un tal Mardoqueo
(Marduka) que era un alto oficial en la corte persa de Susa durante el reinado
de Jerjes y aun antes bajo Darío I. Este texto vino de Borsipa y es la primera
referencia a Mardoqueo fuera de la Biblia.
Algunas particularidades sobresalientes del libro son la
ausencia total del nombre de Dios, la falta de enseñanza religiosa directa y la
total ausencia de la mención de la oración. Sólo pudieron haber ocurrido estas
características notables intencionalmente. Es probable que el libro haya sido
escrito para los judíos del imperio persa como un relato que podía circularse
sin peligro de ofender al pueblo de esas tierras que gobernaban a muchos
judíos.
Los sucesos que aparecen en Ester
ocurren entre Esdras 6 y 7. El «tercer año de Asuero» (1.3) sería el 483 a.C.
«Asuero» es el título del gobernante persa, así como Faraón era el del
gobernante egipcio.
El libro no menciona en ninguna
parte el nombre de Dios, aun cuando el nombre del rey se menciona veintinueve
veces. Los rabíes judíos han encontrado el nombre «Jehová» escondido por lo
menos en cinco versículos diferentes del hebreo original (1.20; 5.4, 13; 7.5,
7). Aun cuando no se menciona el nombre de Jehová, en cada capítulo del libro
se ve que rige su providencia. «Ester» significa «estrella»; «Hadasa», su
nombre judío, significa «mirto» (2.7).
Es
la historia de una joven judía que fue reina de Persia y que pudo prevenir un
complot para destruir a los judíos. La *fiesta de Purim celebra la liberación
de Israel por medio de la fidelidad de Ester y de la gracia de Dios.
En este libro encontramos
que hasta los judíos diseminados en las provincias de los paganos, fueron
cuidados y maravillosamente preservados cuando fueron amenazados por la
destrucción. Aunque el nombre de Dios no se menciona en este libro, el dedo de
Dios se advierte en los sucesos mínimos que ocasionan la liberación de su
pueblo. Esta historia se ubica entre los capítulos vi y VII de Esdras.
II. AUTOR Y FECHA
La determinación de la fecha de
composición del libro de Ester se fundamenta básicamente en el análisis interno
del libro. Desde la perspectiva lingüística, el libro de Ester se ha ubicado en
la época persa o en la helenística temprana, por tres razones fundamentales: el
hebreo que se emplea en el libro de Ester tiene muy poco en común con el
descubierto en Qumrán; el texto de Ester no presenta la influencia griega
característica del período helenístico; y los libros con los que Ester tiene
cierta afinidad literaria y lingüística se relacionan con el período persa.
A ese argumento lingüístico debemos
añadir que el libro de Ester trata con deferencia y simpatía al monarca persa.
Además, añade que un judío llegó a una posición de prestigio y poder dentro del
imperio. Esa relación de afinidad es probable que se haya desarrollado durante
la hegemonía de Persia. Se ha sugerido el año 475 a.C. como una fecha
aproximada de la composición de la mayor parte del libro de Ester.
El autor del libro, que se mantiene
anónimo a través de la narración, debe haber sido un judío que conocía bien las
costumbres, tradiciones e idioma persas. Al mismo tiempo, estaba consciente de
las tradiciones antiguas de Israel. Específicamente debió haber conocido las
historias de José y de la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto. Su
objetivo era contar a la comunidad judía el origen histórico de la Fiesta de
Purim en un marco literario interesante y entretenido.
La narración que se presenta en el
libro de Ester reclama ser un recuento de hechos históricos corroborables
(véanse 2.23; 9.32; 10.2). El objetivo del autor, según se presenta en el
relato, es contar a la comunidad judía los orígenes históricos de un festival
de la comunidad. El relato es sumamente importante pues identifica la base
histórica de una fiesta judía que no se encuentra en el Pentateuco.
III. EL TEMA
Ester cuenta cómo la nación judía
fue rescatada de la extinción. Explica el origen de una de las celebraciones
más festivas de Israel, la Fiesta de Purim. La palabra «Purim» significa
«suerte» y se refiere al acto de Amán al echar suertes para determinar el día
de la matanza de los judíos (9.26–31; 3.7). Purim se celebra el catorce y el
quince del último mes del calendario judío (nuestro febrero marzo).
Por lo general la precede un ayuno
el día trece, en memoria del ayuno de Ester (4.16). Esa noche se lee
públicamente en la sinagoga el libro de Ester. Cada vez que se lee el nombre de
Amán, los judíos golpean con el pie el piso, sisean y exclaman: «¡Que se borre
su nombre!» Al día siguiente se reúnen de nuevo en la sinagoga para orar y leer
la ley. El resto del día y el día siguiente se dedican a regocijarse
grandemente, festejar y darse regalos. No hay autorización en el AT para esta
fiesta, pero los judíos la han venido observando por siglos.
IV. UNA
LECCIÓN ESPIRITUAL
En Ester vemos otra vez el odio de
Satanás hacia los judíos. Si Amán hubiera tenido éxito en su complot, ¡la
nación judía hubiera sido exterminada! Piense lo que esto hubiera significado
en el pacto de la gracia de Dios con Abraham. Como Amán, cualquier hombre o
nación que ha tratado de exterminar a los judíos ha fracasado. Véanse Génesis
12.1–3. Desde que Dios declaró la guerra a Satanás (Gn 3.15), este y su
simiente han estado luchando contra Cristo y su simiente: Caín mató a Abel;
Faraón trató de ahogar a los judíos; Amán conspiró para destruir a Israel; Herodes
trató de asesinar a Cristo. Tenemos aquí una ilustración de la guerra entre la
carne y el Espíritu (Gl 5.16–23).
Amán era descendiente de los
amalecitas, los archi-enemigos de los judíos (compárese Esd 3.1 con Dt 25.17–19;
Éx 17.8–16 y 1 S 15). Amalec simboliza la carne y Amán, siendo de aquella
familia, es un cuadro de la hostilidad de la carne contra el Espíritu, así como
de los hijos de Satanás contra los hijos de Dios.
V. LA
PROVIDENCIA DE DIOS
En ninguna parte de este libro se
menciona el nombre de Dios, ¡pero la mano de Dios no falta en ninguna parte! Él
está «de pie en algún punto de las sombras» rigiendo y controlando todo.
Al estudiar este libro note las
siguientes evidencias de las obras providenciales de Dios:
(1) que se
seleccione a Ester como reina por sobre las otras candidatas, 2.15–18;
(2) que Mardoqueo
descubra el complot para asesinar al rey, 2.21–23;
(3) que el acto
de echar suerte respecto al día para destruir a los judíos diera como resultado
una fecha lejana en el año, dándoles tiempo a Mardoqueo y a Ester para que
actuaran, 3.7–15;
(4) que el rey
diera la bienvenida a Ester después de ignorarla por un mes, 5.2;
(5) la paciencia del
rey con Ester al permitirle celebrar otro banquete, 5.8;
(6) el insomnio
del rey que sacó a la luz la buena obra de Mardoqueo, 6.1;
(7) lo que
parecía ser un olvido del rey en 6.10–14, que le llevó a honrar a uno de los
judíos que había acordado matar;
(8) la profunda
preocupación del rey por el bienestar de Ester, cuando tenía un harem donde escoger,
7.5.
VI. LAS
FECHAS
El rey en el libro de Ester es
Xerxes, o Jerjes, hijo de Darío I, Darío el Grande. Gobernó el Imperio Persa
desde el 486 hasta el 465 a.C. Vasti fue destronada en el tercer año de su
reinado (1.3), que sería el 483 a.C. La historia nos dice que Jerjes celebró
una gran fiesta para sus príncipes en ese año, en preparación para su invasión
a Grecia. La campaña duró hasta el año 479 y fue un desastre. Fue quizás su
vergüenza y derrota lo que llevó a Jerjes a desear no haber depuesto a Vasti.
Ester fue hecha reina en el séptimo año de su reinado (2.16), el año 479. Fue
en el duodécimo año de su reinado que se fraguó el complot de Amán (3.7), el
año 474; de modo que Ester fue reina alrededor de cinco años cuando Amán se
puso a obrar. Jerjes fue asesinado en el 465.
VII. ESTER Y
PROVERBIOS
Hay un interesante paralelo entre
algunos de los versículos en Proverbios y los sucesos en Ester.
Analícense estas referencias:
Proverbios 16.33 con Ester 3.7; Proverbios 16.18 con Ester 5.9–14; Proverbios
11.8 con Ester 7.10; Proverbios 21.2 con Ester 5.1–4.
VIII. AMÁN Y
EL ANTICRISTO
Muchos eruditos bíblicos ven en el
perverso Amán un cuadro del futuro anticristo que perseguirá a los judíos y
procurará destruirlos. La frase: «este malvado Amán» en 7.6 suma 666 en el
original hebreo y este es el número de la Bestia (Ap 13.18). Amán tramó sus
asesinatos en secreto, mientras daba abiertamente la apariencia de ser amigo de
los judíos; el anticristo hará un pacto con Israel de siete años, pero lo
romperá después de la mitad de ese tiempo. Amán poseía tremendo poder, que el
rey le había dado; la Bestia poseerá gran poder, dado por Satanás. El orgullo
de Amán era obvio, porque quería que todos los hombres se postraran ante él; la
Bestia hará que todos los hombres le adoren a ella y a su imagen. Amán
detestaba a los judíos y el anticristo aborrecerá a los judíos. Pero Amán
estaba condenado, aun cuando por un tiempo parecía tener poder. La obra maestra
de Satanás, la Bestia, parecerá ser indestructible, pero Cristo destruirá a
ella y a sus seguidores.
IX. EL VALOR
DE ESTER
Algunos han criticado a Ester por
lo que parece ser una falta de interés por la suerte de los judíos.
Es cierto que cuando Mardoqueo
empezó a ayunar y a lamentar, Ester trató de hacerle cambiar de opinión
(4.1–4). Pero debemos tener presente que Ester estaba más bien aislada de los
asuntos reales de la corte y hacía un mes que no iba ante el rey. Una vez que
ella se enteró de las noticias del peligro que se cernía, estuvo dispuesta a
cooperar con Mardoqueo. Sin duda, tomaba su vida en sus manos, porque Jerjes
era una criatura de caprichos y podía matarla tan fácilmente como depuso a
Vasti. Aun cuando al principio Ester no mostró la misma fe en el pacto de Dios
que mostró Mardoqueo, a medida que los sucesos se desarrollaron resultó ser una
mujer valiente con gran fe en Dios. Es interesante notar que mientras Ester
estuvo alejada de Mardoqueo, todo les fue mal a los judíos, pero cuando ella
empezó a obedecer la palabra de Mardoqueo, todo resultó en bien para los
judíos.
1–4
Estos cuatro primeros capítulos
del libro nos presentan a los cuatro principales personajes del drama.
I. EL REY ASUERO (1)
Como ya se mencionó antes,
«Asuero» era el título del gobernante persa; su nombre de pila era Jerjes y
gobernó del 486 al 465 a.C. La historia nos dice que fue un gobernante
impulsivo y lo podemos ver en el libro de Ester. ¡Nótese con cuánta rapidez el
rey le dio gran autoridad a Amán y luego se olvidó de lo que incluía su
decreto! Nótese también cuán impulsivamente depuso a su amada esposa y luego lo
lamentó.
A. EL BANQUETE (VV. 1–12).
Este asunto real tenía el
propósito de conferenciar con sus jefes y líderes en preparación para su guerra
contra Grecia. Jerjes había sofocado una rebelión en Egipto y se sentía
confiado de que podía conquistar a los griegos. La reunión duró ciento ochenta
días; el enorme banquete se celebró al final de tal período. Era el tercer año
de Jerjes, o el 483 a.C. Los medos y persas estaban en el poder tal como Daniel
lo profetizó (Dn 2.36). La fiesta duró siete días (v. 5) en el hermoso jardín
del rey. Por supuesto, hubo licores y cada invitado podía beber todo lo que
quisiera.
Las mujeres, según la costumbre
persa, tenían un banquete separado. Ansioso de complacer a sus invitados,
Jerjes le pidió a la reina que viniera al banquete de los hombres, pero Vasti
se negó. (El nombre «Vasti» quiere decir «mujer hermosa».) Vasti sabía que el
rey y sus invitados estaban bajo la influencia del vino y que el salón del
banquete no era lugar para una mujer, especialmente una reina.
B. LA DESTITUCIÓN (VV. 13–22).
El rey quedó estupefacto por la
negativa pública de Vasti a obedecer sus caprichos. Acudió a sus sabios en
busca de consejo. (Usted notará en este libro que Jerjes da oídos a los
consejos de muchas personas. La historia nos dice que fue un «títere» y muchos
jefes tiraban de las cuerdas.) Los sabios le aconsejaron que depusiera a Vasti
y la hiciera ejemplo público para toda la nación. El «sistema postal» persa era
tal vez el mejor del mundo antiguo. Operaba en forma algo similar al «expreso
de caballos», con caballos y jinetes frescos esperando en varios puntos a
través de la ruta. El rey esperaba que su decreto fortalecería los hogares en
la tierra. Si lo logró o no, nadie lo sabe. Sabemos que más tarde lamentó su
decisión.
II. LA REINA ESTER (2)
Entre los capítulos 1 y 2 han
pasado cuatro años, durante los cuales Jerjes se embarcó en su desastrosa
campaña griega (481–479). Regresó a casa como un hombre amargado y era muy
natural que buscara algún consuelo en su hogar. Pero entonces recordó que Vasti
había sido destronada y que estaba sin reina. Por supuesto, tenía muchas
mujeres disponibles en su harem, pero echaba de menos a su hermosa reina. Los
asesores le aconsejaron que buscara otra. (Si Vasti hubiera regresado al trono,
tal vez hubiera castigado a los asesores de su esposo.) Así empezó la gran
búsqueda para la reina ideal y aquí es donde Ester entra en escena.
Ester y Mardoqueo era primos;
Mardoqueo la había criado como su hija. Mardoqueo era conocido en el palacio y
tal vez ostentaba algún cargo de menor importancia, porque lo hallamos sentado
a la puerta. Aconsejó a Ester que «participara en la competencia», pero que no
diera a conocer que era judía. Esto quería decir que Ester quizás tendría que
comer alimentos ceremonialmente inmundos y quebrantar algunas de las leyes del
AT; de otra manera no hubiera podido mantenerse entre las competidoras
gentiles. (Sin embargo, Véanse la experiencia de Daniel en Dn 1.) ¿Significa
esto que «el fin justifica los medios»? Por supuesto que estas leyes eran
reglas temporales y no las leyes básicas y eternas relacionadas con la
salvación, pero de todas maneras eran la Palabra de Dios.
Sin embargo, no debemos juzgar,
porque Ester demostró ser una mujer valiente. Después de un año de preparación especial
(v. 12), Ester fue presentada al rey ¡y escogida! El versículo 15 indica que
ella «no pidió nada»; es decir, no se atavió con joyas ostentosas como las
otras mujeres. Dependía de su belleza y su carácter; Véanse 1 Pedro 3.3–4. Fue
hecha reina en el año 479 a.C. y se celebró una gran fiesta en su honor. En los
versículos 21–23 tenemos lo que parece ser un incidente menor, pero que más
tarde se convierte en un asunto importante. Tal vez estos hombres trataron de
asesinar al rey debido a que desaprobaban la manera en que trató a Vasti.
III. EL ENEMIGO AMÁN (3)
Cinco años pasan (v. 7) y Satanás
empieza a trabajar. La promoción de Amán se le fue a la cabeza y lo convirtió
en un homicida. Siendo un judío fiel, Mardoqueo no podía inclinarse ante Amán y
esto encolerizó en exceso al arrogante gobernador. El palacio sabía que
Mardoqueo era judío (v. 6), pero no sabía que Ester también lo era. Amán
decidió destruir a todos los
judíos simplemente debido a su malicia hacia Mardoqueo. Satanás es el Apolión
destructor (Ap 9.11). Amán y sus adivinos echaron suertes («pur» en hebreo)
para saber qué día debían señalar para la ejecución, ¡y cayó casi un año más tarde!
Amán entonces ofreció conseguir para el rey $25.000.000 en plata si el rey le
autorizaba masacrar a los judíos.
Amán mintió respecto a los judíos,
por supuesto, porque Satanás es mentiroso y homicida. Neciamente Jerjes le dio
a Amán su anillo y la autoridad para que actuara, sin darse cuenta de que ponía
en peligro la vida de su reina. Amán no perdió tiempo, porque ese mismo mes
hizo escribir los decretos y los despachó (vv. 7, 12), ordenando a los persas a
destruir, matar y saquear a todos los judíos en todas las regiones del reino.
Es difícil ver cómo el rey pudo en un minuto dictar una ley para exterminar a
millones de personas y sentarse a comer y beber al siguiente minuto (v. 15).
Pero los dictadores en nuestra historia moderna han hecho lo mismo. (Véanse en
las notas preliminares material adicional sobre Amán.)
IV. EL PROTECTOR MARDOQUEO (4)
El judío que se sentaba a la
puerta del palacio real ahora tiene que salir al frente; porque es el instrumento
preparado por Dios para salvar a la nación. De inmediato Mardoqueo se lamentó
en público, ¡incluso a la puerta del rey! No se avergonzaba de su pueblo ni de
su Dios, aun cuando aconsejó a Ester que ocultara su nacionalidad. Sin duda se
convirtió en una «peste» al sentarse a la puerta e irse «por la ciudad clamando
con grande y amargo clamor». Ester le envió vestidos nuevos y le sugirió que
dejara de hacerlo, pero él le explicó al emisario sus acciones. Lo más probable
es que Ester en el palacio no sabía todas las acciones políticas que estaban
sucediendo y hacía un mes que no veía al rey (v. 11). Mardoqueo le envió una
copia del decreto para que se percatara de cuán desesperada era en realidad la
situación. Vemos aquí dos clases de santos: los que están alegres porque
ignoran lo que ocurre y los afligidos porque saben las señales de los tiempos.
¿Está Ester en el versículo 11
dando excusas o sólo explicando la situación? No cabe duda que debe haberse
dado cuenta de que era la única que podía salvar a los judíos. Téngase presente
que Ester quizás no sabía nada respecto al verdadero carácter de Amán. Este era
el favorito del rey y Ester no tenía razón para dudar de su sinceridad.
Mardoqueo le recordó que ella no escaparía de la muerte ni siquiera en el
palacio. «Si guardas silencio, ¡Dios enviará liberación de alguna otra manera!»
Mardoqueo sabía del pacto de Dios
con Abraham, que Él nunca permitiría que su nación pereciera.
Debemos admirar la reacción
sensible y espiritual de Ester; ¡pidió oración! Se dio cuenta de que entrar a
la presencia del rey podría significar la muerte, pero se presentó como un «sacrificio
vivo» para hacer la voluntad de Dios. «Si perezco, que perezca» no era un
clamor de mártir; era el testimonio del creyente dispuesto a darlo todo por su
Dios. Véanse Daniel 3.13–18. Ester ahora se veía obligada a revelar a su
pueblo. ¡No se puede ocultar por mucho tiempo la luz debajo de una vasija!
Ester en el AT y José de Arimatea en el NT (Jn 19.38–42) fueron «creyentes
ocultos» a quienes Dios colocó en circunstancias especiales para desempeñar un
ministerio especial. (La palabra «secretamente» en Juan 19.38 es literalmente
«puesto en secreto». Dios le ocultó para el propósito especial de sepultar el cuerpo
de Jesús.)
No podemos dejar de ver una
aplicación espiritual moderna en estos capítulos. Satanás es el destructor y
millones de personas van camino al infierno a menos que alguien las rescate.
Algunos cristianos son como el rey: comen, beben y disfrutan de la vida, sin
preocuparse del peligro. Otros, como Mardoqueo, están profundamente preocupados
por salvar a los condenados. Y hay otros como Ester que se sacrifican para
interceder a favor de los perdidos. ¿Cuál es usted?
5–10
Los acontecimientos de estos
capítulos se centran alrededor de tres fiestas.
I. UNA FIESTA DE REGOCIJO (5–6)
Los judíos ayunaron y oraron con
Ester durante tres días; es ahora el momento de dar un paso al frente por fe e
interceder ante el trono del rey. Téngase presente que los gobernantes
orientales eran casi como dioses para su pueblo y sus órdenes, justas o
injustas, se obedecían. Ester estaba arriesgando su vida, pero ya la había
puesto en las manos de Dios. Tan pronto como apareció a la entrada de la sala del
trono, el rey extendió su cetro de oro y la invitó a entrar. «El corazón del
rey está en la mano de Jehová» (Pr 21.1). Actuando con mucha sabiduría, Ester
no le dijo de inmediato a Jerjes su verdadera petición.
En lugar de eso, le invitó junto a
Amán a un banquete ese mismo día. Ella conocía la debilidad del rey por la
comida y la bebida y, con intuición femenina, le preparó para la importante petición.
Es más, le dio a Amán un sentimiento falso de seguridad al incluirlo. Después
de varios platos de alimentos, el tiempo llegaría para servir el vino, cuando
el rey estaría excepcionalmente alegre.
Sabía que Ester tenía algo en su
corazón, de modo que se lo preguntó. Pero la sabia reina demoró un día más y el
rey cedió a sus deseos. Amán se fue a su casa contentísimo, inflado de orgullo
al disfrutar tan exclusivo banquete con la realeza. Pero su paz y seguridad no
durarían mucho; como los pecadores perdidos de hoy, Amán ya estaba bajo
condenación.
Hubo sólo una cosa que le arruinó
el día a Amán: tenía que ver al judío Mardoqueo a la puerta y este rehusaba
inclinarse ante él. En su ira arrogante Amán decidió inventarse alguna
acusación contra Mardoqueo y hacerlo ejecutar. Como Adán, Amán dio oídos a su
mujer y siguió su consejo. Hizo preparar una hora de veinticinco metros de
altura, con la intención de ahorcar a Mardoqueo en ella. La altura de la horca
permitiría que la ciudad entera viera a la víctima; es más, en el 7.9–10 los
siervos del rey parecen indicar que la horca podía verse incluso desde el
palacio.
El regocijo carnal de Amán no duraría
mucho, porque en el capítulo 6 vemos a Mardoqueo finalmente recompensado por
salvarle la vida al rey. Tal vez Mardoqueo había meditado en el Salmo 37.1–15;
sabía que Dios un día le honraría por su buena acción. ¡Pero piense cuán
humillado debe haber estado Amán! Este suceso debía haberlo hecho humilde y
obligado a cambiar sus planes perversos. A decir verdad, su esposa hasta le advirtió
que no vencería a los judíos. Mientras que Amán y su esposa hablaban sobre el
asunto, los siervos vinieron a buscar a Amán al segundo banquete.
II. UNA FIESTA DE RECONOCIMIENTO (7)
El conflicto entre Amán y
Mardoqueo y la caída final de Amán, son ilustraciones perfectas del Salmo 37.
Lea este salmo con cuidado y observe cómo encaja. Lea también el Salmo 73. Sin
duda Amán vino a la fiesta con algún temor y temblor en su corazón. Era
demasiado tarde, sin embargo; su pecado le iba a alcanzar. Véanse Proverbios
16.18 y 18.12.
El rey le preguntó a Ester cuál
era su petición y esta vez ella le abrió el corazón para implorar por la
salvación de su pueblo. Nótese en el versículo 4 que ella usó las mismas
palabras del decreto del rey; Véanse 3.13. Sin duda leyó mucho el decreto y lo
«presentó ante el Señor». El rey no se sorprendió al descubrir que ella era
judía. ¡Lo que le sorprendió fue que un hombre tan perverso estuviera a su
servicio! Y el rey quedó incluso más estupefacto al descubrir quién era el
enemigo: ¡Amán! Cuán ciego era este monarca al verdadero carácter de las
personas que lo rodeaban. Tenía al sabio y piadoso Mardoqueo fuera de la
puerta, pero le permitía a Amán que mandara desde el palacio. No sorprende que
al rey más tarde lo asesinaran.
«La ira del rey es mensajero de
muerte» (Pr 16.14). Tan perturbado quedó el rey que dejó la sala del banquete y
se fue al jardín. Esto le dio al perverso Amán la oportunidad de humillarse
ante la reina y suplicar misericordia. Tan intenso fue Amán en su súplica que
cayó sobre el diván de la reina y esto fue demasiado para el rey. Ordenó que se
ejecutara al hombre y así se hizo, ¡en la misma horca que Amán tenía preparada
para Mardoqueo! «El justo es librado de la tribulación; mas el impío entra en lugar
suyo» (Pr 11.8). A los siervos les alegró obedecer, porque Amán se hizo de
muchos enemigos con su administración egoísta y arrogante.
III. UNA FIESTA DE RECORDACIÓN (8–10)
Una vez que se eliminó a Amán del
cuadro, la paz reinó en el palacio. A Mardoqueo se le dio la autoridad que un
tiempo ostentaba Amán y ahora todo el mundo sabía que Ester era judía. Quedaba
un problema, sin embargo: el rey no podía cancelar su decreto y en nueve meses
a los judíos se les saquearía y mataría (compárese 8.8 con 3.13). Sin duda
podemos ver la providencia de Dios cuando se echaron las suertes (3.7), porque
le dio tiempo al rey para dar a conocer en todo el Imperio la palabra del nuevo
decreto. Otra vez Ester le suplica al rey que actuara para la salvación de su
pueblo.
El rey acudió a Mardoqueo y le dio
autoridad para que actuara. El nuevo decreto les permitió a los judíos protegerse
y destruir a cualquiera en el reino que fuera enemigo de los judíos. El rey no
canceló la vieja ley; sólo dictó una nueva ley superior. Esto es cierto en la
vida cristiana; la ley del pecado y la muerte se ha vencido por la ley del
Espíritu de vida en Cristo (Ro 8.1–12).
Los versículos 10–14 son una
hermosa ilustración del esparcimiento del evangelio. ¡Este mensaje era cuestión
de vida o muerte! Los escribas se dieron prisa y escribieron los mensajes, y
los embajadores oficiales se apuraron en llevar el mensaje hasta lo más
recóndito del reino. Si los cristianos de hoy tuvieran la mitad de esa
disposición anhelante para dar a conocer el mensaje del evangelio, más almas se
rescatarían de la muerte eterna. Véanse Proverbios 24.11–12. Nótese que se emplearon
muchas personas para el esparcimiento de las buenas noticias, así como Dios usa
muchos obreros hoy. Por supuesto, cuando los judíos oyeron y creyeron el
mensaje, les dio gozo y liberación.
Sabían que los persas no se
atreverían a luchar contra ellos e incurrir en la ira del rey. Es más, muchos de
los persas «se hacían judíos» para escapar del castigo.
Cuando llegó el duodécimo mes
(cap. 9), los judíos estaban listos para la victoria; tenían de su lado el
edicto del rey. Murieron cientos de los enemigos de los judíos, incluyendo los
diez hijos de Amán (9.6–10). ¡En la Biblia hebrea los nombres de estos diez
hijos se mencionan en una larga columna que se parece a una horca! Nótese que
los judíos no se apropiaron de nada del botín (v. 10), aun cuando el decreto de
8.11 se los permitía. No cabe duda que sus enemigos se hubieran apoderado de
las riquezas de los judíos según lo ordenado por el rey (3.13), pero el pueblo
de Dios tenía que demostrar que era mejor que sus enemigos. El versículo 16
indica que murieron 75.000 de sus enemigos.
El día catorce del mes los judíos
descansaron y se regocijaron por la liberación de Dios. Mardoqueo se sintió impulsado
a declarar festivos los días catorce y quince del duodécimo mes, para que los
judíos conmemoraran la gran liberación; y hasta este día los judíos celebran la
Fiesta de Purim. El versículo 26 explica el significado de «Purim». Es el
plural de pur; vocablo hebreo
para «suerte» (Véanse 3.7).
Aun cuando no tenemos autorización
divina en el AT para esta fiesta, se ha celebrado por siglos y es un testimonio
del poder y la gracia de Dios hacia su pueblo.
El libro concluye informando la
promoción y prosperidad de Mardoqueo, el hombre de fe que creyó en las promesas
de Dios y se atrevió a actuar. Por supuesto, no nos atrevemos a olvidarnos de
Ester, quien dio todo de sí para salvar a su pueblo. Todo el libro de Ester es
un maravilloso testimonio del poder y providencia sobrepujante de Dios. Este
libro ilustra a Romanos 8.28.