ESDRAS (HEB., ’Ezra, Ayuda).
LIBRO
DE ESDRAS. Así llamado porque Esdras es la
persona principal que se menciona; también puede ser que haya sido su autor. No
pretende ser íntegramente obra de Esdras, pero la tradición judía dice que fue
escrito por él.
Los caps. 7 a 10 están escritos en la primera
persona singular, mientras que los acontecimientos en los cuales no participó
están escritos en tercera persona.
El libro de Esdras continúa la narración después de
los libros de Crónicas y registra el regreso de Babilonia y la reconstrucción
del templo. El propósito del autor es mostrar cómo Dios cumplió la promesa dada
por medio de los profetas de restaurar su pueblo exiliado a su propia tierra
por medio de monarcas paganos, y levantó grandes hombres como Zorobabel, Hageo,
Zacarías y Esdras para reconstruir el templo, re-establecer
las antiguas formas de adoración y detener el acomodamiento con el paganismo.
Excluye estrictamente todo material que no aporte a su propósito.
El período abarcado va del 536 a. de J.C., cuando
los judíos volvieron a Jerusalén, hasta el 458, cuando Esdras fue a Jerusalén
para realizar sus reformas religiosas, aunque los años entre el 535-520 y el
516-458 prácticamente están en blanco.
El libro de Esdras consiste de dos partes. La
primera (caps. 1—6) es una narración del regreso de los judíos de Babilonia
bajo Zorobabel y la restauración de la adoración en el templo reconstruido; la
segunda (caps. 7—10) cuenta de un segundo grupo de exiliados que vuelve con
Esdras y de las reformas religiosas de éste.
Cuenta del regreso
de los judíos de *Babilonia bajo *Zorobabel y su culto en el templo
reconstruido. Los últimos cuatro caps. Describen el segundo grupo de *exiliados
que regresaron con Esdras y las reformas religiosas que él lideró.
La historia de
este libro es el cumplimiento de la profecía de Jeremías en cuanto al regreso
de los judíos desde Babilonia. De su contenido aprendemos especialmente que
toda buena obra tendrá oposición de parte de los enemigos, y será perjudicada
por la mala conducta de los amigos; pero Dios hará que su causa prevalezca a
pesar de todos los obstáculos y adversarios.
La restauración de
los judíos fue un suceso de la más elevada consecuencia, que resultó en la
conservación de la religión en el mundo, y ayudó a preparar el camino para la
manifestación del Gran Libertador, el Señor Jesucristo.
AUTOR Y FECHA
Tradicionalmente se ha aceptado a
Esdras como el autor de este libro, así como del otro que le sigue, Nehemías.
En el Antiguo Testamento hebreo, Esdras y Nehemías aparecen como un solo libro.
Se cree que se escribió a finales del siglo V a.C.
NOMBRE QUE LE DA A JESÚS: Esd:
1: 2: Señor De Los Cielos Y De La Tierra.
BOSQUEJO SUGERIDO DE
ESDRAS
I. Restauración
nacional bajo Zorobabel (1–6)
A. Regreso a
la tierra (1–2)
1. Decreto de
Ciro (1)
2. Registro
del pueblo (2)
B.
Reconstrucción del templo (3)
1.
Establecimiento del altar (3.1–6)
2. Se colocan
los cimientos de nuevo (3.7–13)
C. Resistencia
al enemigo (4–6)
1. Se detiene
la construcción (4)
(Nota: 4.6–23 es un paréntesis que
describe la oposición en una fecha posterior)
2. Los profetas
empiezan su ministerio (5)
3. Se termina
el edificio (6)
II. Reforma
espiritual bajo Esdras (7–10)
A. Esdras llega
a Jerusalén (7–8)
B. Esdras
confiesa los pecados del pueblo (9)
C. Esdras
limpia a la nación (10)
NOTAS
PRELIMINARES A ESDRAS Y NEHEMÍAS
I. TRASFONDO
Esdras y Nehemías forman un solo
libro en la Biblia hebrea debido a que cuentan una sola historia: el regreso
del remanente a Jerusalén y la reconstrucción de la ciudad y del templo. El
cautiverio babilónico empezó en el 606 a.C.; Jerusalén cayó ante el enemigo en
el 587 a.C. Los babilonios deportaron a muchos del pueblo entre 606 y 586,
incluyendo a Daniel y Ezequiel. Jeremías predijo un período de setenta años de
cautiverio (Jer 25.12–14; 29.10–14). Este se extendería desde el principio de la
invasión en 606 hasta el regreso del remanente en 536, en dicho tiempo el altar
se reedificó y los sacrificios de animales empezaron a ofrecerse de nuevo.
Así, Esdras y Nehemías relatan la
historia del regreso a la tierra y a la ciudad y la reconstrucción del templo y
las murallas. El libro de Ester también encaja en este período, así como
también los libros de los profetas Hageo y Zacarías (Véanse Esd 5.1).
II.
CRONOLOGÍA
Una breve cronología del período
se vería así:
606–605 Babilonia empieza a
invadir y a deportar personas
587 Jerusalén cae ante el enemigo
539 Babilonia cae ante Ciro y
empieza el Imperio Medo Persa
538 Ciro permite el regreso de los
judíos; regresan alrededor de 50.000
535 Los judíos empiezan a
reconstruir el templo, pero la obra se detiene
520 Después de quince años la obra
empieza de nuevo
515 El templo se termina y dedica
476 Ester llega a ser reina de
Persia
458 Esdras viaja a Jerusalén (Véanse
Esd 7–10)
III. LOS
LÍDERES
A Esdras se lo presenta como un
judío consagrado y patriota que era sacerdote y escriba (Esd 7.1–6). Era un
devoto estudioso de las Escrituras y ayudó a restaurar la ley en la nación.
También era un hombre de oración (8.21–23) y que sentía una gran carga por el
bienestar espiritual de su pueblo (9.3–4). Su nombre significa «ayuda». La fe
de Esdras en el Señor se ve en su disposición de acometer el peligroso viaje de
Babilonia a Jerusalén sin la ayuda de escolta militar. Por favor, nótese que
Esdras no dirigió el primer grupo de judíos que regresó a Jerusalén; esto lo
hicieron Zorobabel y Josué. Esdras no entra en escena sino hasta el capítulo 7
de su libro, cuando dirige un segundo grupo (y más pequeño) a la Tierra Santa.
Esdras se quedó allí para trabajar y finalmente unió sus esfuerzos con Nehemías
(Neh 8.9; 12.26).
Nehemías era un oficial de la
corte del rey cuando Dios lo llamó para que volviera a Jerusalén y
reconstruyera las murallas. Era lo que hoy llamaríamos un «laico», puesto que
no tenía llamado profético ni linaje sacerdotal. Lo promovieron de copero a
gobernador. Zorobabel fue uno de los líderes bajo Esdras (2.2; 3.8); también se
le llama Sesbasar (1.8, 11; 5.16). Su título oficial era «tirshata» que
significa «gobernador» (2.63). En 1 Crónicas 3.17–19 se indica que Zorobabel
era del linaje real de David. Sirvió como líder político de la nación
restaurada. Josué era el sumo sacerdote en ese tiempo (Esd 3.2; Hag 1.1, 12,
14; Véanse Zac 3.1–10). Como mencionamos antes, los dos profetas fueron Hageo y
Zacarías.
IV. LAS
LECCIONES
Dios prometió cautiverio a una
nación pecadora y cumplió su promesa. También prometió que un remanente
volvería. (Véanse Jer 25.12–14 y 29.10–14.) Fue la profecía de Jeremías la que
Daniel leyó en Babilonia y le estimuló a orar por el regreso del pueblo (Dn
9.1). Dios mantuvo una «lámpara encendida» en Jerusalén para que su Hijo
pudiera nacer a través de la nación hebrea y salvar al mundo.
El cautiverio curó a los judíos de
la idolatría y les dio el deseo de saber y obedecer la Palabra. Es triste, ¡pero
pronto se olvidaron de las lecciones!
1–5
Estos capítulos describen cuatro
sucesos clave en la historia del remanente de Israel que regresó a su tierra.
I. EL REGRESO A LA TIERRA (1–2)
A. EL DECRETO (1.1–4).
Estos versículos son casi
idénticos a 2 Crónicas 36.22–23. En Isaías 44.28–45.3 encontramos una sorprendente
profecía de Ciro antes de que el gran monarca persa naciera. En el 539 a.C.
Ciro conquistó Babilonia y estableció el Imperio Persa. Su método con los
prisioneros de guerra fue lo opuesto al de Babilonia, porque animó a los judíos
a regresar a su tierra, reconstruir su templo y orar por su bienestar. Sin
duda, Ciro concedió el mismo privilegio a otras naciones desplazadas y a sus dioses.
Su decreto se emitió en el 538 a.C. No confunda esto con el decreto mencionado
en Daniel 9.25, que se refiere a la reconstrucción de la ciudad y está fechado
en el 445 a.C. El decreto de Ciro se relaciona al pueblo que regresa a la
tierra y a la reconstrucción del templo. Este decreto fue un maravilloso
cumplimiento de las Escrituras.
B. LAS COSAS PRECIOSAS (1.5–11).
El Espíritu de Dios obró en los
corazones del pueblo y sus captores. A los judíos se les devolvió los tesoros
del templo y los gentiles también les dieron contribuciones de buena voluntad
para su templo.
Véanse 2 Crónicas 36.7; Daniel
1.2. «Sesbasar» en los versículos 8 y 11 es Zorobabel, el gobernador nombrado.
Los judíos no podrían restaurar la adoración en el templo sin los enseres
necesarios. Cuán diferente a la adoración del NT (Jn 4.19–24).
C. EL PUEBLO (CAP. 2).
Alrededor de cincuenta mil judíos
tenían suficiente interés como para dejar la seguridad y el lujo de Babilonia y
regresar a su tierra. Esta misma lista aparece en Nehemías 7.6–73. Nótese que
se anota en grupos especiales: los líderes (vv. 1–2); ciertas familias (vv.
3–19); ciertos pueblos (vv. 20–35); los sacerdotes (vv. 36–39); los levitas
(vv. 40–42); los sirvientes del templo (vv. 43–54); los siervos de Salomón (vv.
55–58); y los que no tenían genealogía (vv. 59–63). La palabra «gobernador» en
el versículo 63 se refiere a Zorobabel.
En los versículos 64–70 tenemos
los totales de hombres y bestias: habían 49.897 personas registradas, junto con
una multitud de animales. Mucho se ha dicho acerca de las llamadas «tribus
perdidas de Israel», pero el NT aclara que las doce tribus estuvieron representadas en este remanente
(véanse Hch 26.7 y Stg 1.1). Esdras 2.70 dice: «todo Israel». En Esdras 6.17
vemos a los sacerdotes ofreciendo doce machos cabríos por las doce tribus; Véanse
también 8.35. Jesús un día juzgará a las doce tribus (Lc 22.30). La mayoría de
los judíos se habían establecido en Babilonia y no deseaban regresar a la
tierra prometida. Contentos con la seguridad y la ganancia material,
abandonaron la tierra de sus padres y se quedaron con los cautivos en Babilonia.
II. RECONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO (3)
A. ESTABLECIMIENTO DEL ALTAR (VV. 1–6).
El altar era el centro de la
adoración judía porque sin sus sacrificios no podían acercarse a Dios ni esperar
su bendición. Los exilados temían a sus poderosos vecinos, pero sabían que Dios
los protegería si le obedecían. Usted recordará que Elías había levantado de
nuevo el altar (1 R 18.30). Josué y Zorobabel guiaron al pueblo a establecer
los sacrificios y también a observar las festividades. Era el séptimo mes
(nuestro septiembre-octubre), el mes de la Fiesta de las Trompetas y de la
Fiesta de los Tabernáculos (Nm 29.1–6; Lv 23.23–25).
B. COLOCACIÓN DE LOS CIMIENTOS (VV. 7–13).
El pueblo evidentemente ofrendaba,
añadiéndolas a los regalos del rey (1.5–11) que también proveía los materiales
para reconstruir el templo. En el año 535 empezaron la obra, en el segundo mes (nuestro
abril-mayo). Los levitas estaban al frente de la obra, ayudando a los otros
trabajadores en la tarea. Tan agradecido estaba el pueblo que cantaron y
gritaron cuando se colocaron los cimientos. Dios estaba haciendo lo imposible
en esta situación (Jer 33.1–11). Por supuesto, habían ancianos que recordaban
el templo anterior y su gloria, y no pudieron sino llorar al ver la sencillez
de este segundo templo (Véanse Hag 2.3). Sin embargo, no es bueno vivir en el
pasado.
III.
RESISTENCIA AL ENEMIGO (4)
Nuestro enemigo, Satanás, nunca
quiere que prospere la obra del Señor. Cristo es el Constructor; Satanás es el
destructor. Ahora vemos la manos del enemigo procurando oponerse y estorbar la
obra.
A. COMPROMISO (VV. 1–3).
El pueblo de la tierra ofreció
ayudar a los judíos en su obra, pero Zorobabel y Josué rechazaron esa ayuda.
Estas personas eran los samaritanos, una nación mezclada con judíos y gentiles.
Léase en 2 Reyes 17 una descripción de los samaritanos y su falsa religión. (En
Juan 4.20–24 Jesús claramente rechaza la religión samaritana.) Los samaritanos
a la larga construyeron su templo en el monte Gerizim y permanecieron separados
de los judíos.
B. INTERFERENCIA (VV. 4–5).
El pueblo de la tierra contrató a
hombres en la corte para resistir a los judíos y esta artimaña tuvo éxito al
detener la obra; Véanse 4.24. Casi quince años (534–520) estuvo detenida la
obra del templo.
Los versículos 6–23 presentan un
problema a los estudiosos de la Biblia, porque parecen estar fuera de lugar
cronológicamente. El gobierno de los reyes mencionados en los versículos 6–7
fue posterior al tiempo que abarca Esdras 4. Hay dos explicaciones posibles.
Quizás los reyes tenían más de un nombre, de modo que Asuero y Artajerjes de
los versículos 6–7 son en realidad los nombres de los reyes que gobernaron
durante esa era. Merril Unger cree que «Asuero» era un título oficial (como Faraón)
y que Artajerjes era otro nombre para Cambises. Estos versículos, entonces,
contendrían los informes oficiales presentados por el enemigo para detener la
obra de los judíos.
Una segunda posibilidad es que
estos versículos tal vez se incluyeron como ejemplos de oposición en un tiempo subsiguiente,
para mostrar que los judíos tuvieron constantes problemas con sus enemigos. En cualquier
caso, la lección es clara: la gente del mundo usa todo medio posible para
estorbar la obra del Señor. El rey escuchó las acusaciones y la obra cesó.
IV. LA OBRA VUELVE A EMPEZAR (5)
Quince años pasaron entre los
capítulos 4 y 5. No fue sino hasta que los profetas Hageo y Zacarías proclamaron
la Palabra de Dios, que la obra del templo empezó de nuevo. La Palabra de Dios
comenzó la obra (Esd 1.1) y ahora la Palabra de Dios animaba a los trabajadores
y al fin y al cabo terminó la obra (6.14). Desde 520 a 515 el pueblo trabajó y
concluyó el templo. La predicación de la Palabra de Dios por parte de sus
siervos es el secreto para la victoria en cualquier obra de Dios. La Palabra de
Dios animó a Josué y Zorobabel, y los ojos de Dios estaban sobre ellos (Esd
5.5).
Usted notará en Hageo cuatro
mensajes diferentes:
(1) reproche al
pueblo por construir sus casas y descuidar la casa de Dios, 1.1–15;
(2) estímulo a Zorobabel porque
Dios está con él, 2.1–9;
(3) condena a
los sacerdotes por rehusar purificarse de contaminación, 2.10–19; y:
(4) promesa a
Zorobabel de que el Mesías un día reinará en gloria (2.20–23).
Hageo incluso fechó estos
mensajes.
El libro de Zacarías es más
complejo, pero también trata del mismo período. En Zacarías 1.1–6 el profeta
llamó a la nación al arrepentimiento; esto fue en noviembre. Más tarde, en
febrero, dio varias visiones de aliento al pueblo (1.7–6.15). En la última
parte de su libro (caps. 9–14), Zacarías da un cuadro de Cristo en su rechazo,
Segunda Venida en gloria y reino futuro. Todos estos mensajes, por supuesto,
tenían el propósito de animar al pueblo a ponerse a trabajar y terminar el
templo.
Tatnai el gobernador estaba en su derecho
al preguntar respecto al programa de construcción, puesto que los materiales en
parte venían del tesoro real. Tenemos su carta al nuevo gobernante, Darío, y en
el capítulo 6 la respuesta del rey. El versículo 8 indica que el ministerio de
los dos profetas entusiasmó al pueblo, porque la obra progresaba con rapidez.
«Sesbasar» en el versículo 16 es Zorobabel. Los judíos sabían que estaban en lo
correcto y sugirieron al gobernador que investigara en los archivos para hallar
el decreto del rey. No es incorrecto que el pueblo de Dios reclame sus derechos
como ciudadanos; véanse Hechos 16.35–40 y 22.25.
6–10
I. TERMINACIÓN DEL TEMPLO (6)
Darío llegó al trono en el 522
a.C.; y fue quien estableció el gran Imperio Persa al derrotar a Babilonia.
(Este no es el Darío de Media
mencionado en Daniel 5, 6 y 9.) Tuvo una actitud amistosa hacia sus súbditos y
se inclinó amablemente hacia los judíos. En 6.3–5 tenemos un análisis detallado
del decreto original de Ciro, mencionado en Esdras 1.1. A este decreto original
Darío añadió el suyo (6.8–12): el gobernador debía ayudar a los judíos en su
obra y ver que no haya oposición, y las provisiones debían darse del tesoro del
rey. Por supuesto, Darío tenía un motivo fuerte para esta amabilidad: quería
que los judíos oraran a Jehová por la salud del rey y por el bienestar de su
familia.
El gobernador se dio prisa para
obedecer el decreto. Hageo y Zacarías proveyeron el estímulo espiritual; el
gobernador suplía las necesidades materiales; y así se terminó el trabajo. Los
judíos dedicaron con gozo la casa del Señor, aun cuando el edificio no era tan
grande ni tan glorioso como fue el templo de Salomón. Observaron la Pascua y la
Fiesta de los Panes sin Levadura. Dios contestó la oración y convirtió el
corazón del rey (Véanse Pr 21.1); la nación tenía de nuevo su templo. Entre los
capítulos 6 y 7 hay un período de cincuenta y ocho años. El libro de Ester
encaja aquí.
II. LA VENIDA DE ESDRAS A JERUSALÉN (7–8)
El Artajerjes de 7.1 es
«Artajerjes Longimano», quien gobernó a Persia desde el 465 hasta el 425 a.C.
En su séptimo año le permitió a Esdras, el sacerdote escriba, que regresara a
Jerusalén para ayudar al pueblo en sus necesidades espirituales. En los
versículos 1–5 tenemos la genealogía de Esdras, prueba de que era sacerdote de
la familia de Aarón. También era un dedicado estudiante de la ley, un escriba; Véanse
Jeremías 8.8. Es evidente que Esdras pidió permiso al rey, dándose cuenta de
que el remanente en la nación restaurada necesitaba con desesperación dirección
espiritual. Le llevó a Esdras cuatro meses realizar el viaje de más de 1.500 km
de Babilonia a Jerusalén. La buena mano de Dios estaba con él y prosperó;
véanse Nehemías 1.10; 2.8, 18).
El rey decretó que cualquier judío
podía ir con Esdras y regresar a la tierra. Estos judíos llevarían consigo una
jugosa ofrenda voluntaria de Babilonia para ayudar en la obra del Señor. Darío
también le dio a Esdras una «cuenta de gastos» (vv. 20–22) de alrededor de
$100.000, a ser tomada del tesoro real.
La tarea de Esdras era establecer
el orden y la adoración religiosa en la tierra (vv. 25–26). La doxología de
Esdras en 7.27–28 muestra cuán agradecido estaba al Señor por contestar su
oración.
El capítulo 8 menciona los nombres
de las familias y los hombres que acompañaron a Esdras en su peligroso viaje a
Jerusalén. Era importante que los levitas fueran también, porque era su deber
estudiar la Palabra y enseñarla al pueblo. Por desgracia, Esdras tuvo que
«reclutar» a algunos de los levitas, porque no querían ir voluntariamente (vv.
15–20). Esdras proclamó ayuno, porque sabía que sólo Dios podía prosperar su
viaje. El mismo testimonio de la nación estaba en juego; porque Esdras le dijo
al rey que no necesitaría escolta militar, por cuanto el Señor los cuidaría. Su
ayuno y oración, así como la respuesta de Dios, debe ahora motivarnos a una
conducta similar (vv. 21–23).
Esdras escogió a veintidós hombres
piadosos para llevar los tesoros (vv. 24–30) y les advirtió que Dios les
pediría cuentas cuando llegaran a Jerusalén. Qué hermoso cuadro de la
mayordomía cristiana de hoy. Dios nos ha confiado los tesoros espirituales y en
el tribunal de Cristo daremos cuenta de nuestra mayordomía.
El grupo partió en abril de 458 y
llegó a Jerusalén en julio, viajando un promedio de 11 km diarios. El pueblo
depositó los tesoros y se halló que cada hombre fue fiel. Atendieron la
advertencia de Esdras: «¡Vigilad y guardadlos!» (8.29).
III. LA CONFESIÓN DE PECADO (9)
En cuanto llegó un maestro de la
Palabra, esta empezó a revelar el pecado (Heb 4.12). Esdras descubrió que los
judíos se habían mezclado con sus vecinos y se habían casado con mujeres
paganas.
Véanse Deuteronomio 7, Éxodo
19.5–6 y Salmo 106.35. Esdras sintió tanto pesar al oír este informe, que
públicamente rasgó sus vestidos en tristeza y arrepentimiento, y se sentó
angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde. El pueblo que conocía la
Palabra de Dios empezó a temblar (v. 4; Véanse Is 66.1–2), temiendo lo que el
Señor pudiera hacer a la débil nación.
La oración de confesión de Esdras
puede compararse a la de Daniel (Dn 9) y a la de Nehemías (Neh 9). «Confuso y
avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti», oró Esdras.
Miraba a los pecados pasados de Israel (v. 7) y admitía que la nación merecía
el cautiverio. Pero ahora el Señor había enviado liberación; habían sido
restaurados por su gracia; y sin embargo la nación estaba de nuevo en pecado.
El futuro del reino estaba en juego, como si estuvieran prendidos con
alfileres, así de débil era el remanente restaurado de Israel. Dios les dio una
muralla de protección (v. 9) y con gracia respondió sus oraciones. ¿Qué más
podría decir Esdras? «No hemos aprendido nuestras lecciones», dijo, «porque
Dios nos ha castigado por nuestros pecados y, sin embargo, ¡continuamos pecando!»
Es interesante notar que Daniel,
Esdras y Nehemías confesaron el pecado nacional y suplicaron perdón. Aquí se
aplica 2 Crónicas 7.14. No obstante, no era suficiente que oraran los líderes
religiosos. Toda la nación debía enfrentar su pecado y arreglar las cosas con
el Señor.
IV. LA PURIFICACIÓN DE LA NACIÓN (10)
Léase en Nehemías 8–13 los relatos
paralelos del avivamiento religioso en Jerusalén. Dios contestó la oración de
Esdras al tocar y convencer los corazones de las personas. Algunos de los hombres
vinieron abiertamente y confesaron que se casaron con mujeres paganas y
desobedecieron la ley de Dios. Ofrecieron hacer un pacto con Dios y despedir a
sus mujeres paganas. ¡Qué gran avivamiento vendría a nuestras iglesias hoy si
todo el pueblo de Dios se humillara delante del Señor, confesara sus pecados y
obedeciera la Palabra!
El resultado fue una proclamación
por toda la tierra, llamando al pueblo a congregarse en Jerusalén para arreglar
este importante asunto. El que fuera culpable y no viniera, renunciaría a su
lugar en la tierra. Fue el 20 de diciembre de 457 cuando la gran multitud se
reunió, a pesar de la terrible lluvia que por lo general cae en esa temporada.
Pero el pueblo temblaba no sólo por la lluvia, sino también por su temor al
Señor. Esdras presentó un ultimátum al pueblo: confiesen sus pecados y
sepárense de sus esposas. Esto es arrepentimiento y restitución, y ambas cosas
deben ir juntas. El pueblo acordó obedecer, pero admitieron que el problema era
demasiado grande y complicado como para resolverlo en un día. El pueblo sugirió
que los gobernantes arreglaran primero sus casas (v. 14) y entonces, después de
arreglar las cosas, ayudaran a Esdras en la tarea de purgar el pecado en la
nación. El versículo 15 nos dice que sólo cuatro hombres «se opusieron» a esta
sugerencia; el resto de los líderes lo aprobaron. No podemos esperar siempre el
ciento por ciento de cooperación, especialmente en asuntos de disciplina.
Llevó desde diciembre hasta abril
arreglar el problema. Los versículos 18–44 indican que diecisiete sacerdotes,
diez levitas y ochenta y siete hombres fueron hallados culpables de casarse con
mujeres paganas. Es espeluznante hallar a sacerdotes desobedeciendo a propósito
a Dios, porque cuando los líderes espirituales se descarrían, ¿qué se puede
esperar del resto del pueblo? Tan completa fue la investigación que hasta se
descubrió a los niños paganos y se los expulsó. Por supuesto, nos damos cuenta
de que los esposos y padres judíos hicieron provisión para el bienestar de las
personas expulsadas, pero ya no vivirían más con ellas como esposos o padres.
¿Cuánto duró esta reforma?
Alrededor de veinticinco años más
tarde Nehemías enfrentó el mismo problema (Neh 13.23). Fue Un pecado que se
repitió y requirió que se repitiera la disciplina. Los siervos de Dios deben
«vigilar y orar» para que la obra del Señor prospere.
Reconstruir el templo sin reformar
a la gente hubiera sido necio. Fue más fácil para Esdras reconstruir el templo
que traer a la nación pecadora de vuelta a Dios.