JOEL. (heb., yo’el, Jehovah es Dios). El libro de Joel no tiene la acostumbrada fórmula utilizada por los profetas (Oseas 1:1; Amós 1:1), y en ninguna parte se indica la fecha para el ministerio del profeta o para la escritura del libro.
Los eruditos que sostienen el punto de vista tradicional
creen que el libro es pre-exílico, escrito probablemente durante el reinado del
joven rey Joás (837-800 a. de J.C.), por las siguientes razones:
(1) Los enemigos de Judá que se mencionan: los filisteos y fenicios
(Joel 3:4), Egipto y Edom (3:19), son del período pre-exílico (2 Reyes 8:20-22;
2 Crónicas 21:16, 17), pero no se mencionan a los asirios y babilonios quienes
causaron problemas a Judá más tarde.
(2) Amós, un profeta durante ese tiempo, parece haber estado familiarizado
con las profecías de Joel (Joel 3:16; Amós 1:2; 3:18; 9:13).
(3) El hecho de que se mencione a los ancianos y sacerdotes en vez de mencionar
al rey pareciera apuntar al tiempo cuando Joás aún era menor de edad (2 Reyes
11:21).
(4) La posición del libro entre los dos primeros profetas, y su estilo
diferente al de los profetas post-exílicos, también hablan en favor de una
fecha pre-exílica.
La ocasión del libro fue una devastadora plaga de
langostas. El profeta, después de describir la plaga y sus resultados caóticos,
exhorta a la nación para que se arrepienta de sus pecados.
Después prosigue para predecir una visitación aun
peor: el futuro día del Señor.
I. La plaga de langostas y su remoción (Joel 1:1—2:27)
A. La plaga de langostas (Joel 1:1-20).
B. Se exhorta a la gente a arrepentirse (Joel 2:1-17).
C. Dios se compadece y promete alivio (Joel 2:18-27).
II. El futuro día del Señor (Joel 2:28—3:21)
A. El Espíritu de Dios será derramado (Joel 2:28-32).
B. El juicio de las naciones (Joel 3:1-17).
C. Las bendiciones sobre Israel después del juicio (Joel 3:18-21).
La contribución más grande de Joel al pensamiento
cristiano es su enseñanza sobre el derramamiento del Espíritu Santo sobre todo
mortal (Joel 2:28), la cual citó Pedro en su sermón el día del Pentecostés (Hechos
2:14-21). En una manera especial, la nueva era sería la del Espíritu (Isaías
32:15; Zacarías 12:10; Juan 7:39). Toda la gente de Dios sería sacerdotes y profetas.
El ideal declarado cuando se dio la ley nunca pudo lograrse, pero ahora sería
una realidad (Éxodo 19:5, 6; 1 Pedro 2:9, 10).
Profeta
de Judá, comparó el juicio de una terrible plaga de langostas que en ese
momento vino de la mano de Dios, con la venida del *día del Señor, cuando Dios
juzgaría a todos los pueblos. Joel instó al arrepentimiento y prometió que un
día Dios derramaría su Espíritu sobre toda carne.
De las desolaciones que estaban por venir
a la tierra de Judá, por las devastaciones de las langostas y otros insectos,
el profeta Joel exhorta a los judíos al arrepentimiento, al ayuno y la oración.
Destaca las bendiciones del evangelio con el estado glorioso final de la
Iglesia.
El mensaje de Oseas brotó de una
tragedia personal en su familia; el mensaje de Joel brotó de una calamidad
nacional: la invasión de una plaga de langostas. Junto con las langostas hubo
una terrible sequía (1.19–20), y la combinación de ambas trajo a la tierra la
hambruna. Joel tenía un mensaje para Judá, porque vio en estas calamidades la
mano disciplinadora de Dios por los pecados del pueblo. Pero miró más allá de
las langostas y vio otro «ejército», un ejército literal de naciones gentiles
atacando a Jerusalén (3.2). En otras palabras, Joel usó el juicio inmediato de
Dios (las langostas) como una ilustración de su juicio final, «el Día de
Jehová». Así que el libro de Joel se divide en dos partes:
(1) el mensaje
presente respecto a la plaga de langostas, 1.1–2.27); y:
(2) el mensaje
futuro respecto al Día de Jehová, 2.28–3.21.
Antes de mirar estos dos mensajes,
debemos comprender lo que Joel quiere decir con «el Día de Jehová». Usa la
frase cinco veces, en 1.15, 2.1, 11, 31 y 3.14. Otros profetas también la usan
(Is 2.12; 13.6–9; 14.3; Jer 30.7–8; 46.10; y todo el libro de Sofonías). La
frase «el Día de Jehová» se refiere a aquel tiempo futuro cuando Dios derramará
su ira sobre las naciones gentiles debido
al pecado de estas contra los
judíos (Véanse Jl 3.1–8). Ocurrirá después que la Iglesia haya sido
llevada al cielo (véanse 1 Ts 1.10; 5.9–10; Ap 3.10), durante ese período de
siete años conocido como la tribulación. Se describe con más detalles en
Apocalipsis 6–19. Este período concluirá con la batalla del Armagedón (Jl
3.9–17; Ap 19.11–21) y la venida de Jesucristo a la tierra para establecer su
Reino.
AUTOR Y FECHA
El autor fue Joel (1.1), un
profeta de Judá, que predicó en Jerusalén y que al parecer era versado en la
literatura profética precedente y contaba con un notable discernimiento
espiritual.
El libro es difícil de
fechar porque refleja algunas condiciones que corresponden a épocas de antes
del cautiverio, y otras propias de un período posterior. La tradición lo
consideraba como la más antigua obra profética escrita que se haya conservado,
y lo ubicaba durante la infancia de Joás, en el siglo IX a.C. Sin embargo, hay
que considerar seriamente la similitud del concepto de Joel del «Día de Jehová»
con el vocabulario del profeta Sofonías (Jl. 2.2; Sof 1.14–16).
Sofonías profetizó durante
el reinado de Josías de Judá (640–609 a.C.). Por lo tanto, esta también parece
ser la fecha más probable del libro de Joel.
NOMBRE QUE LE DA A JESÚS: Jl.
2: 28-32; 2: 11; 3: 2, 9-17. Dios De La Batalla Y Dador Del
Espíritu.
1-2: 27
I. TIPO DEL DÍA DE JEHOVÁ (1.1–2.27)
A. PROCLAMACIÓN (1.1–20).
Joel se dirige a varios grupos
diferentes de personas al describir la terrible plaga y sus devastadores resultados.
A los ancianos (vv. 1–4) se les pregunta si pueden recordar tal tragedia en
años pasados.
No, no pueden. Es más, les
contarán a sus hijos e incluso a sus bisnietos acerca del terrible acontecimiento.
En el versículo 4 no tenemos cuatro insectos diferentes; en realidad tenemos la
langosta en cuatro etapas diferentes de desarrollo. Hay como noventa variedades
de langostas y todas son bien capaces de arruinar a una nación. Luego Joel se
vuelve a los ebrios (vv. 5–7) que lloran y lamentan debido a que las viñas han
quedado en ruinas y se ha acabado su provisión de vino. Después se vuelve a los
adoradores (vv. 8–10) que deben ir al templo con las manos vacías debido a que
no hay sacrificios que llevar. Más adelante se dirige a los agricultores (vv.
11–12) que claman debido a que sus cosechas están arruinadas. Por último, Joel
se dirige a los sacerdotes (vv. 13–14) y les dice que ayunen y oren. Aquí
llegamos al corazón del asunto, porque el pecado era el origen del castigo de
Dios a la nación. Mientras el pueblo le obedecía, Él enviaba la lluvia y la
cosecha; pero si se alejaban de Él, haría los cielos como bronce y destruiría
sus campos. Véanse Dt 11.10–17; 2 Cr 7.13–14.
B. TRIBULACIÓN (2.1–11).
Joel toca la trompeta de alarma
para advertir al pueblo que el ejército destructor de langostas se acerca. La
langosta en efecto se parece a un jinete en miniatura, y con frecuencia se ha
visto su capacidad de comerse todo lo que halla a su paso. El versículo 10
sugiere enjambres tan numerosos que oscurecerán al sol y la luna.
C. HUMILLACIÓN (2.12–17).
Joel toca la trompeta la segunda
vez, en esta ocasión para llamar a una asamblea para ayunar, orar y confesar
pecados. Esto no debe ser el mero rasgar externo de vestidos, sino más bien el quebrantamiento
del corazón. En 1.13 Joel llamó sólo a los sacerdotes a orar; en 2.16 llama a
todos a participar en el ayuno. Sin duda les recordó la promesa de 2 Crónicas
7.14.
D. RESTAURACIÓN (2.18–27).
Hemos tenido la alarma y la
asamblea; ahora tenemos la respuesta de Dios. Qué fe tenía Joel: «El Señor
responderá». Dios promete alejar al ejército de langostas y restaurar los
pastos. Es más, les dará «cosechas tan abundantes» que tendrán para reponer más
de lo que destruyeron los años de la langosta (2.25). Lo hará, no porque se lo
merezcan, sino para que ellos y las naciones paganas conozcan que Él es el
Señor (v. 27).
II. PROFECÍA DEL DÍA DE JEHOVÁ (2.28–3.21)
Ahora Joel avanza y habla respecto
al «Día de Jehová», un tiempo de juicio futuro que finalizará en bendición para
los judíos.
A. EL ESPÍRITU DERRAMADO ANTES DE AQUEL DÍA (2.28–32).
Pedro citó este pasaje en el día
de Pentecostés (Hch 2.16–21), de modo que lea esta porción cuidadosamente. Pero
note que Pedro no dijo «se
cumplió la profecía de Joel». Más bien lo que dijo fue: «Esto es lo dicho por
el profeta Joel». En otras palabras, «este es el mismo Espíritu del cual Joel habló».
Toda la profecía de Joel, con sus señales dramáticas en los cielos, no se
cumplirá sino hasta los últimos días. Por ningún esfuerzo de la imaginación se
puede hallar las palabras de Joel cumplidas literalmente en el Pentecostés.
No, lo que ocurrió en Pentecostés
fue el principio de la bendición de Dios sobre Israel. Si la nación hubiera
recibido a Cristo en lugar de arrestar a los apóstoles y matar a Esteban, los
«tiempos de refrigerio» prometidos habrían llegado con la venida de Cristo y el
establecimiento de su Reino (Hch 3.19–26). Joel nos dice que durante los
últimos días de la historia de Israel, durante el período de la tribulación, el
Espíritu de Dios obrará con gran poder para salvar tanto a judíos como a
gentiles, y habrá señales poderosas y prodigios en los cielos. Esto aparece en
el libro de Apocalipsis.
B. EL JUICIO DERRAMADO DURANTE AQUEL DÍA (3.1–17).
El versículo 1 aclara que los
judíos volverán a su tierra, libres del cautiverio en las naciones gentiles.
Pero todas las naciones se congregarán para luchar contra Jerusalén. Dios las
traerá al valle de Josafat, o sea, el área de la llanura de Meguido, donde se
librará la batalla del Armagedón. Los versículos 2–8 dejan en claro que este
juicio será el castigo de Dios sobre los gentiles por la manera en que han
tratado a la nación y a la tierra de Israel. Palestina ha sido una tierra
saqueada; muchas naciones gentiles les han robado a los judíos las riquezas que
les pertenece legítimamente. Dios les recompensará en el Día de Jehová. En el
versículo 2 cuando Dios promete «entrar en juicio» con las naciones, esto no
significa que estas se arrepentirán. Las palabras «entraré en juicio» pueden
traducirse «ejecutaré el juicio»; véanse Isaías 66.16 y Jeremías 25.31. El
versículo 13 compara la batalla con una cosecha madura de uvas; Véanse en
Apocalipsis 14.14–20, una descripción de la batalla del Armagedón.
El «valle de la decisión» en el versículo
14 no se refiere a «tomar una decisión para el Señor». La palabra «decisión»
sugiere trillar; las naciones serán trilladas, juzgadas por el Señor. Cristo
defenderá su tierra, su pueblo y su ciudad santa.
C. BENDICIONES DERRAMADAS DESPUÉS DE AQUEL DÍA (3.18–21).
Mientras Joel predicaba, la gente
podía ver los campos secos, el ganado muriéndose de hambre y los graneros
vacíos. Podía ver y oír a la langosta mientras devastaba la tierra. Pero Joel
describe un tiempo cuando el vino, la leche y el agua van a fluir sin medida en
la tierra. Esta es, por supuesto, la edad del Reino cuando Jesucristo se siente
en el trono de David en Jerusalén y cuando se sane la tierra y la bendición de
Dios se restaure. La nación se purificará y Dios morará en Sion. Esto nos
recuerda las palabras finales de Ezequiel: «Y el nombre de la ciudad desde
aquel día será JEHOVÁ-SAMA».*
No debemos perdernos la aplicación
personal del mensaje de Joel a los creyentes de hoy. No cabe duda que Dios
envía desastres naturales cuando las naciones rehúsan obedecerle. Guerras,
cosechas pobres, epidemias, terremotos, tormentas; Dios puede usar todo esto
para hacer que la gente caiga de rodillas. Dios puede usar incluso pequeños
insectos para hacer su voluntad si los hombres y mujeres no le obedecen.
Nuestras vidas quizás lleguen a secarse y a ser infructuosas si andamos fuera
de la voluntad de Dios. Cuán importante es experimentar un arrepentimiento
sincero (2.12–13) para que Dios pueda perdonarnos y enviarnos de nuevo su
bendición.